Secciones

La desinteresada ayuda de los voluntarios de la Cruz Roja

Ayer la entidad cumplió 156 años de existencia a nivel internacional y los integrantes de la filial Iquique cuentan por qué les apasiona pertenecer a esta institución.
E-mail Compartir

Francisca Cabello Iriarte

Ir en ayuda de los más necesitados es la función primordial por la que la Cruz Roja Chilena Filial Iquique continúa vigente en el mismo lugar donde comenzó, hace 74 años. Hasta la intersección de Obispo Labbé con Latorre llegan principalmente personas en situación de calle que requieren de ciertos cuidados, controles o asistencia de salud, siendo esta su casa central por los bajísimos precios que ofrecen para el servicio, que muchas veces también se hace de forma gratuita por la voluntad del equipo.

Ayer celebraron el aniversario internacional de la entidad sin fines de lucro, que se fundó hace 156 años y en la ciudad, data del 1 de agosto de 1944. Una de las mujeres que ha permanecido fiel a la institución es Patricia Varas, quien llegó hace 25 años a través de un aviso en el diario donde se publicó la necesidad de integrar a más gente en el organismo.

Para formar parte tuvo que estudiar enfermería por dos años y así se fue perfeccionando, también con la práctica atendiendo a los pacientes que entraban y salían de la histórica casa.

Varas recordó que en esos años (1992) el grupo de voluntarios era mayor a la actualidad y que se impartían cursos de todo tipo. Hoy existen tales capacitaciones como primeros auxilios, pero el área de enfermería quedó olvidado en el tiempo.

Con su delantal blanco y la reconocible cruz roja estampada en la indumentaria, tratan de estar presentes siempre en los eventos masivos donde los soliciten, pero donde más toman protagonismo es en las catástrofes porque son los primeros en organizarse para hacer colectas y donar los fondos a los afectados.

Vínculo

Otra de las voluntarias es Bertha Aravena, directora de comunicaciones, quien lleva realizando esta labor hace 18 años, experiencia en la que se ha dado cuenta de que la razón por la que se sienten atraídos por entrar a la institución "son las personas. Acá tenemos ropero, la entrega del día a día, el comunicar, el trato que marca la diferencia a otros lugares de asistencia, sin desmerecer".

La gratificación más grande para ella es poder atender los requerimientos, sobre todo con los más vulnerables porque se crean lazos, como le sucedió con don Silverio, "un caballero que era de calle pero no tenía ningún tipo de adicción, a él le gustaba vivir en la calle. Tenía problemas auditivos, no escuchaba bien y desde que yo entré lo conocí, él siempre venía porque había quedado mal de una operación entonces venía siempre a hacerse curaciones porque no quería ir al hospital. Las niñas del policlínico le tenían ropa interior, pantalones para que se cambiara, lo limpiaban, le hacían las curaciones y partía de nuevo don Silverio a la calle. Venía dos veces a la semana y cada vez que pasaba dejaba una estela pero tenía el cariño de todos".

Las voluntarias se involucraron a tal punto que cuando no se apareció durante una semana comenzaron a preocuparse, hasta que en el diario vieron que la noticia de que un indigente había sido atropellado y tras las averiguaciones pudieron llegar al funeral del tan querido paciente. Llegaron hasta el Servicio Médico Legal con un terno para que lo vistieran y en su funeral supieron más sobre su historia, ya que tenía familia y vivir en la calle había sido su opción.

Este tipo de recuerdos guarda el equipo de la Cruz Roja en Iquique, lugar que a pesar de no ser masivo cuenta también con jóvenes voluntarios que se hacen parte y ayudan cada vez que pueden.

"La entrega del día a día, el comunicar, el trato que marca la diferencia a otros lugares de asistencia".

Bertha Aravena,, directora de comunicaciones de Cruz Roja filial Iquique."