Venezuela significa pequeña Venecia, si sobre esa famosa ciudad italiana pesa la amenaza de ser sumergida por el mar Adriático, ese país caribeño se está hundiendo progresivamente bajo el oleaje de la calamitosa situación que la agobia y atormenta, producto del desastroso gobierno de Nicolás Maduro que sigue aferrado desesperadamente al poder. Ahora las espadas victoriosas de Bolívar y Sucre no se batirían en defensa de ese régimen dictatorial e incapaz. Solo un esfuerzo supremo posibilitaría iniciar un decisivo diálogo entre ambas partes para tratar de arribar a un acuerdo definitivo y así evitar mayores desgracias. La presión internacional jugaría un papel importante en esa iniciativa.
Después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez (1958), se sucedieron gobiernos democráticos pero corruptos bajo la influencia de la riqueza del petróleo. El desprestigio de los partidos tradicionales permitió que el comandante Hugo Chávez llegara a la presidencia, liderando un gobierno populista que impulsa una revolución denomina Bolivariana, financiada con el alto precio del "oro negro" en ese tiempo. La gestión chavista cosechó éxitos y desaciertos, se afirmó en el poder, pese a la creciente oposición a su autoritarismo. A su deceso lo sucedió Maduro, cuya gestión ha provocado una espantosa crisis y colocado al país al borde del precipicio.
El escenario es deplorable. Ha surgido la figura de Juan Guaidó que se denomina Presidente encargado de Venezuela, contando con el reconocimiento de naciones del continente americano y de Europa. Su principal apoyo son los Estados Unidos, mientras Maduro tiene el respaldo de Rusia. No se descarta la opción intervencionista de la Casa Blanca, la cual no tendría casi o ningún apoyo en Latinoamérica. La Venezuela chavista está bien armada. El Tío Sam sabe ahora que no es el caso de Panamá. Se recuerda la breve intervención naval anglogermana contra Venezuela que originó la reacción de los Estados Unidos.
Estados Unidos desea ejercer su influencia en la crisis de Venezuela, resucitando la Doctrina Monroe, desconfiando de la presencia de Rusia en el país caribeño. Es penoso que las tres naciones sudamericanas más importantes (Brasil, Argentina y Chile) no tengan un peso gravitante como lo tuvieron cuando formaban el famoso Pacto A.B.C, que mediaron en el conflicto entre México y los Estados Unidos, en tiempo de la revolución mexicana con las Conferencias de Niágara Falls. Hoy Sudamérica está dividida en dos bloques demasiados ideologizados.
A pesar que hay dos bandos irreconciliables, la única opción salvadora es lograr un acuerdo, donde cada uno de estos hagan sacrificios políticos.
¿Será posible que esto puede significar el fin del proyecto bolivariano-chavista? La gran incógnita es hasta donde llegará la lealtad de las Fuerzas Armadas a Maduro. Ellas tienen el poder para el drástico cambio y así dar paso al difícil proceso de reconstrucción nacional. El dilema es un histórico acuerdo o esperar el desastre final.
Mario Zolezzi Velásquez