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"El transformismo te puede llevar a sentir una ilusión óptica"

Uno de las artistas de la escena gay con más trayectoria en Iquique es Damir Jorquera, quien hace 18 años creó a Lala Hadad, un personaje inspirado en una vedette que ha hecho una labor multifacética a la hora de la personificación.
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Francisca Cabello Iriarte

Damir Jorquera es estilista, oriundo de la ciudad de Tocopilla, la que dejó atrás a los 12 años para radicarse en la Quinta Región. Allí aprendió el arte del transformismo y cinco años más tarde creó a Lala Hadad, un personaje que ha estado instalado en la escena iquiqueña durante 16 años convirtiéndose en una de las figuras del ambiente gay más potentes de la región, algo que se vio reflejado en la cuarta edición de la gala Newman Live que se realiza anualmente en la capital regional.

En su paso por Arica estuvo en dos locales nocturnos donde complementó su bagaje en este arte pero además ha sido la madre artística de varios hombres que han querido iniciar esta carrera en el arte drag.

-¿Por qué decidió dedicarse al arte del transformismo?

-A mí de chico me llamó la mucho la atención el espectáculo, cuando tenía 10 años me ponía a hacer el aseo en la casa de mi mamá y escuchaba Liza Minnelli. En Viña (del Mar) comenzó mi carrera artística, cuando tenía como 17 años me hice amigo de un grupo de transformistas que eran muy conocidos en la zona que trabajaban en los domingos rosa con Fabiola Taylor, un transformista muy antiguo y uno de los más conocidos de la zona porteña. Yo tuve la oportunidad de compartir con ellos y ahí aprendí mucho. A los 17 años ingresé a un concurso de belleza, claro que no sabían que era menor de edad, y saqué segundo lugar como Miss Zeus.

-¿Cómo se vivía en esos años ser transformista?

-La apertura homosexual no era bien vista, los que éramos muy abiertos siempre que íbamos caminando por la calle la gente te decía cosas, se daban vuelta a mirarte o te gritaban el típico mariconcito. La verdad es que nunca me afectaron, nunca me sentí aludido por ellos porque yo me sentía un artista, una persona diferente al resto. Aparte me creía muy moderno en ese tiempo, los looks eran súper estrafalarios entonces era como obvio que les iba a llamar la atención por el pelo, los ojos o las uñas pintadas, siempre era muy llamativo.

-¿Cuando llegó a Iquique cómo era la escena?

-Era muy reducida, eran muy pocos los espacios, solo existía una discoteca que era el Club Cerebro en ese tiempo y habían muy pocos transformistas, manejaban poco el tema de caracterizaciones. No habían muchos productos para maquillarte, no habían pantys, esponjas, un montón de cosas que en la capital sí las podías encontrar. Yo cuando llegué había un bar que se llamaba Bortico y ahí comencé a trabajar, luego pasó a ser Buda Bar y allí hacíamos café concert, estos estaban ubicados en el centro en el barrio El Morro, súper escondidos (...) Era muy escandaloso también para la gente que hubiese un bar gay porque se espantaban, los vecinos siempre reclamaban por el lugar.

-¿Cómo palpa la evolución que ha tenido la gente en relación al transformismo?

-La evolución que la gente de Iquique ha tenido con el tema de los artistas en el transformismo es bastante grande. Yo te puedo decir que hoy en día nosotros celebramos cuatro años de fallecimiento de María Isadora Newman, con las galas se empezó con muy poquito público y hoy en día tu puedes ver una alfombra roja que está posicionada y eso es gracias al trabajo de muchas personas que hoy en día no existen y que han sacado la cara por el resto, que se han mostrado tal cual.

-¿Cómo se vive a la hora de hacer transformismo?

-Vestirse una noche de mujer no es echar una máscara de pestañas, alisarse el pelo y para fuera. No. es un trabajo bastante arduo, donde hay esponjas, fajas, corset… Hoy en día trabajamos el tema de las prótesis para hacer caracterizaciones más femeninas. De dos a tres horas te puede tomar maquillarte, ponerte esponja para simular caderas, las fajas que son tan apretadas. Estamos hablando de respingadores, pestañas, lentes de contacto, uñas, zapatos altos, accesorios y tratar de hacer un buen vestuario.

Al terminar la noche te sacas la ropa y tu cuerpo de hombre queda mutilado porque quedas con las marcas de los corset, con el daño de las huinchas que te puedas poner, el dolor de las piernas por estar tantas horas parado, entonces eso es lo que no se ve tras escena y es una labor bastante ardua porque tu sales a escena 10 o 15 minutos, la gente te aplaude, te encuentra linda, maravillosa, pero después al entrar al camarín estás destruido porque te sacas la faja, el cansancio corporal es increíble y por eso debería ser un trabajo que se debería remunerar un poco más.

-¿Qué huella quisiera dejar en la escena local?

-Yo creo que para dejar una huella todavía me falta mucho, soy una persona bien humilde y creo que para transmitirle una enseñanza a las personas tienes que trabajar mucho en saber bien lo que vas a traspasar y lo que yo quiero visibilizar es que el transformista no significa ser solamente un personaje femenino, sino que es un artista, una persona que trabaja las artes plásticas a tal nivel que te puede llevar a sentir una ilusión óptica, como si estuvieses viendo algo mágico.

Lo que quiero transmitir es que el transformismo es arte, no es cualquier cosa de que hoy día me visto de mujer porque es más que eso, es un trabajo de horas e increíble porque todas se pueden transformar.

"El transformista no significa ser solamente un personaje femenino, sino que es un artista Era muy escandaloso para la gente que hubiese un bar gay porque se espantaban"