La historia detrás de los 40 años de la barbería de Jorge Toro
El oficio de estilista es uno de las causas que mantiene unida la familia Toro Castro.
En sus manos los estilos y tendencias han pasado durante cuatro décadas de cabeza en cabeza porque, literalmente, la peluquería y barbería de Jorge Toro es uno de estos tradicionales lugares que no pasan de moda.
Fue hace cuarenta años que Jorge Toro y su esposa, Adriana Castro, vieron el desafío de levantar una peluquería unisex en Iquique, con el objetivo de tener un lugar de trabajo para sustentar a sus tres hijos.
"Yo llegué a Iquique a finales del año 1975 desde San Vicente, Tagua Tagua. Estuve durante mis vacaciones en el verano y me encantó tanto la playa que seguí mis estudios acá en el Instituto del Mar. Yo vivía con mis tíos y estudiaba mecánica naval y un día mi tía me dijo 'mijito, este es un trabajo en el que estará toda la vida lleno de grasa y pasado a petróleo. Dígale a su tío que le enseñe peluquería", recordó.
Desde ese momento, en el año 1978, su vida cambió gracias al consejo de su tía María Montaño. "Mi primer modelo fue un profesor y recuerdo que lo tuve sentado dos horas porque estaba practicando. Desde ahí comencé de lleno a estudiar peluquería", contó.
Su rutina se dividía entre el servicio militar y el trabajo como peluquero porque cuando no estaba en el batallón, estaba trabajando.
"Comencé a trabajar en la peluquería de mi tío Fernando Cornejo y ahí trabajé durante 22 años en Obispo Labbé; después nos independizamos: vendimos nuestra casa en el sector sur y acá, en San Martín, llevamos 18 años", explicó.
Entre los personajes que entran a su peluquería están desde ministros de la Corte de Apelaciones hasta los nietos de sus primeros clientes hace 40 años.
"Le hemos cortado el cabello a intendentes y a distintas autoridades regionales. Las personas confían en un trabajo bien hecho y se vuelven clientes", dijo.
La apuesta
Entre las anécdotas de su trabajo está una apuesta que hizo con uno de sus amigos, Víctor "Keno" Soto.
"Un día apostamos por el equipo ganador de un partido. El era de la Universidad de Chile y yo del Club Deportivo O'Higgins y apostamos una pelada al cero. Ganó O'Higgins y mi amigo desapareció de la peluquería", recordó.
Luego de tres meses su amigo volvió a la peluquería y se sentó para ser atendido sin mediar palabra sobre la pasada apuesta.
"Comencé a cortarle el cabello y, cuando llegué a la mitad me voy y lo dejé ahí sentado. Esa es una talla que recordamos siempre y él se acuerda hasta el día de hoy", explicó.
Vigencia
Una de las novedades que incorporaron a su peluquería fue mano de obra extranjera. De esta manera, dos estilistas cubanos llegaron para entregar nuevos estilos de cortes urbanos.
"Todos los días salen nuevas técnicas y uno tiene que estar atento a esta evolución. Si no estás al tanto de lo que se está llevando, mueres", planteó.
Y quien sabe de mantener el negocio en pie es su esposa, Adriana Castro, que también es estilista.
"Nos complementamos súper bien. Cuando los niños estaban pequeñitos le cortábamos el pelo nosotros y siempre el otro le decía: oye pero te quedó por acá mas largo", indicó.
Sobre su labor como madre y estilista, explicó que cuando sus hijos comenzaron a crecer se complicó el tiempo y ambos debieron poner mayor amor y compromiso a su trabajo.
"Acá apoyo en todo. Cuando comencé si estaba sucio el baño, yo limpiaba, si había que barrer yo lo hacía. Todo lo que faltara yo lo hacía y lo hago hasta ahora, hasta de lavar las capas todos los fines de semana", dijo Castro.
Finalmente, tanto ella como su esposo se mostraron agradecidos de su clientela.
"Es una satisfacción porque hemos podido ayudar a nuestros hijos a estudiar. Hay hartas satisfacciones porque hemos podido ayudar a nuestra familia y nos hemos dado el gusto de tener un buen pasar", cerró.
"Todos los días salen nuevas técnicas y uno tiene que estar atento a esta evolución".
Jorge Toro, estilista, sobre el oficio de ser peluquero."