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[reportaje]

Tiendas tradicionales se resisten al avance incontenible del retail

Históricos del comercio iquiqueño enfrentan el desembarco de nuevas multitiendas al centro de la ciudad. Asumen que "negocios son negocios", pero dicen tener sus propias ventajas, en especial una: Su raigambre en la vida de la ciudad.
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Mauricio Torres Paredes

A sus 95 años, Ernesto Gandolfo, sigue visitando todos los días la principal tienda de la que es socio en el negocio familiar. Anda con un bastón, por lo que camina poco, generalmente cuando se sube y se baja del vehículo que lo deja justo afuera de La Liguria en calle Vivar. "De las grandes tiendas, creo que el único que queda soy yo", cuenta, pero no se refiere a las tiendas del retail, sino a aquellas que fundaron el comercio iquiqueño.

Desde Italia llegó a Iquique, ciudad en la que cumplió los 15 años un día de febrero, a poco de bajarse del barco en diciembre del año anterior. Cuenta que en esa época la ciudad tenía cerca de treinta mil habitantes y al menos una treintena de tiendas.

Una a una enumera a las que se han ido, como La Confianza, de las últimas en desaparecer. Pero no es el único listado que hace. También lleva un registro de todas las multitiendas que han aterrizado estos últimos años, como París, que desde 2008 llegó a ocupar la esquina donde La Confianza funcionó históricamente en Tarapacá con Obispo Labbé.

"Ahora viene un local, ahí en Patricio Lynch con Tarapacá, otra empresa grande que es Hites. Calcule usted. París, Tricot, Ripley, Johnson, Preunic, Abcdin, Corona... Son monstruos, tienen tarjetas, prestan plata, entonces absorben a la mayoría. Los antiguos, la gran parte ha desaparecido. Creo que en este momento soy la única tienda grande antigua que queda", aclara.

Mantiene locales en el centro, Mall Plaza y una liquidadora. Por la mayoría paga arriendo, pero también es propietario. La principal, la de 1950 como dice su letrero en calle Vivar, la lideran actualmente su hijo y su yerno. Pero él sigue ocupando su oficina repleta de cuadros que recuerdan su origen y los distintos reconocimientos que ha recibido como iquiqueño.

"Ya debería estar jubilado, pero esto lo hice yo, entonces le tengo un cariño al negocio, así que vengo todos los días un par de horas. También para mantenerme vigente. La salud y la cabeza son lo principal. Si ahí uno se pierde, caput. Se acabó", cuenta.

Afirma que a su edad las cosas son cada vez más complejas, no solo por el cansancio que deja el tiempo, sino también por la competencia que deben enfrentar los locatarios tradicionales que permanecen en el centro.

"Yo sé de comercio, de zapatos, de ropa, de telas, pero no soy especialista en que esta cuestión mejore o empeore, eso hay que dejarlo a la buena de Dios. No tengo idea qué podría hacer para levantar esto. Hay demasiado comercio en Iquique. Cuando llueve, todos nos mojamos, y cuando sale el sol, sale para todos, pero cuando llueve y no sale el sol, igual hay que aguantar el chaparrón y eso es lo que nos está pasando", asegura.

Sostiene que tiendas como la suya tienen la ventaja de vender cosas de mayor calidad y con mejor atención, pero los problemas son otros. Al creciente costo de los arriendos en una zona tan estratégica como el centro, dice, se suman no solo las tiendas de cadena, también el comercio informal, la compra por internet y los propios cambios culturales.

"Tenemos marcas muy buenas, de prestigio. El refrán dice que la calidad no tiene precio y claro, a todo el mundo le gustaría comprar lo mejor, pero a veces hay gente a la que no le alcanza el billete entonces compra algo más barato. Recuerdo que antes las tiendas pasaban llenas para ciertas fechas, la gente se encachaba, se vestía bien, compraba zapatos, ternos, corbata. Ahora la gente es más simple. Ya parece que los ternos pasaron de moda y que solo se usan para un matrimonio o un funeral", señala.

La esquina reducida

Domingo Sacco cuenta que acaban de cumplirse 15 años de un contrato que ya se le renovó a la farmacia Cruz Verde de Thomson con Vivar, misma esquina que antes ocupaba Sacco Deportes. Hoy el local se redujo al mínimo

"No fue difícil, porque nos ofrecieron un muy buen arriendo y sacamos cuentas inmediatamente. No había por dónde perderse, pero quisimos seguir y quedarnos con algo. Ahí nos hemos mantenido. Nos han ofrecido comprarnos y no hemos querido, pero hay que ver cómo se presentan los tiempos que vienen. No sabemos", dice el hombre de 83 años, quien ha dedicado toda su vida a ser profesor.

Hoy es socio de la tienda y si bien no ha estado directamente ligado como sus hermanos, ahora ayuda en la parte adminsitrativa, porque conoce la dinámica del negocio.

Todavía residen en la planta alta de una casa que, dice, es de 1875, cuando Tarapacá era de Perú.

"Ya se veía que la dinámica del comercio estaba cambiando. Estaban llegando las grandes tiendas, entonces se nos presentó la posibilidad de arrendar. Esta es una de las buenas esquinas de Iquique y con lo que se paga por la ubicación nos resultó más conveniente arrendar que trabajar. Tuvimos la oportunidad de haber arrendado todo, también el negocio chico, pero no lo hicimos por una cuestión familiar y de tradición. Mis hermanos siempre han trabajado acá e íbamos a cortarlo de raíz. Esa parte humana es complicada", confiesa.

Sacco reconoce que hoy los antiguos negocios de Iquique se cuentan con los dedos de las manos: "Está Gandolfo, el Bazar Obrero, La Riviera que es mucho más nueva y pare de contar... El resto ha desaparecido". De las multitiendas, solo dice que "hacen su negocio. Tienen más surtido. Nosotros tenemos uno, dos modelos y ellos tienen diez y se pueden regodear. Es una competencia e indudablemente que ha afectado, pero nos hemos matenido y algo se gana. Si estuviéramos perdiendo plata ya habríamos vendido".

Asegura que los locatarios tradicionales han ido sucumbiendo porque ya no pueden hacer frente a las grandes cadenas, pero eso no es lo único.

"Los negocios están difíciles, las grandes tiendas, las ventas por internet, los ambulantes, la Zofri, el mall, los productos chinos, o sea, la oferta es demasiado grande y algunos no duran mucho. Nuestra tienda no es una tienda fría y eso es bonito. Es la vida misma, llega gente, amistades, y conversan con nosotros", indica.

En relación al soporte tecnológico, comenta que "tenemos lo elemental, código de barras, factura electrónica y trabajamos con tarjeta, algo nos hemos modernizado, pero nos ayuda mucho que somos una tienda conocida. Nos compran porque les damos confianza y tenemos una muy buena atención, personalizada, única. El comercio en general es muy impersonal, uno tiene que atenderse solo, pero aquí no, al cliente se le busca y se le muestran modelos. Mi sobrino es cuidadoso en ese sentido y se ha ganado a mucha gente".

Patricio Sacco, hijo de su hermano Ítalo, es el relevo de la generación en la tienda. "Es un cabro joven y tiene harta visión de los negocios", dice su tío. Sin embargo, no sabe hasta cuándo seguirá la tienda. Eso depende del entusiasmo, asegura. De hecho, no descarta que esa misma tienda en la que partió barriendo a los doce años, desaparezca. "Como todas las cosas, nacen, crecen y desaparecen", advierte.

Un nuevo comienzo

La Riviera inició sus operaciones en 1965 y a pesar de sus años, es una de las más nuevas. También fue la última que sufrió cambios. La tradicional tienda de calle Tarapacá es ocupada desde este año por una sucursal de Fashion's Park. De ese emprendimiento familiar, Arturo Solari de 65 años, tiene ahora un negocio personal a pocos pasos, Riviera Store, en Ramírez con Thomson: "Un desafío", como él lo define. Partió en febrero y dice que se ha llevado una "grata sorpresa". Su balance es positivo "en tiempos difíciles", agrega.

Se basa en el apoyo del cliente tradicional, iquiqueño: "En eso nos la estamos jugando, con una muy buena atención, personalizada, buenos productos y trato preferencial, diferente a las tiendas de cadenas. Es un hecho que el iquiqueño me busca. Llevo 42 años incursionando en este asunto y tengo una clientela, así que estoy muy agradecido. Espero seguir atendiéndolos como siempre, como corresponde".

Su padre y su abuelo han estado vinculados con el comercio y él espera que su hijo siga los mismos pasos. "Hasta el momento hay interés, pero hay que darle tiempo. La idea es que mi hijo tome el camino que partió con mi abuelo". La idea, comenta, es mantener la esencia de una tienda tradicional, como La Riviera antigua, de la misma forma en como lo hacía su padre.

"Sabemos que es una tarea difícil, que los tiempos no están fáciles, pero apostamos por nuestros clientes. La fuerza que tenemos es la calidad y exclusividad. Traemos productos seleccionados y no muy masivos", dice

Adelanta que está partiendo y que no aspira a un gran volumen de productos. También arrienda la misma esquina a otros locales: "Lo primero es crecer como empresa en la venta y proyectarse en la parte inmobiliaria".

Solari sabe que los tiempos actuales cambian velozmente y que el desafío es mantener la tradición y hacer frente a los factores que hacen tambalear al comercio histórico, aquel que resiste el paso de las generaciones.

"Está Gandolfo, el Bazar Obrero, La Riviera (...) y pare de contar

Domingo Sacco"