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"El estallido surge a partir de ceguera política enorme y estamos pagando un precio"

El médico diagnostica los males que pudieron llevar a la crisis social que enfrenta el país y destaca que los jóvenes no fueron incluidos en la política formal de los últimos años.También aborda el caso balines y derechos humanos.
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Patricio Tapia

Durante esta semana se realizó la ceremonia de aniversario número 177 de la creación de la Universidad de Chile. Fue interrumpida cuando algunos estudiantes leyeron una declaración en que instaban a las autoridades a tomar medidas para terminar con la desigualdad y precariedad en la casa de estudios. El discurso del rector Ennio Vivaldi para la ocasión justamente anunciaba mejoras salariales con el fin de acortar las brechas. La mañana del jueves, por otro lado, un grupo de estudiantes se tomó la Casa Central de la institución. El rector ha intentado dialogar y pedido que se deponga la toma.

Han sido días y semanas convulsionadas en el país, tras la crisis que ya lleva más de un mes; y también han sido días y semanas convulsas, por tanto, en la Universidad de Chile. Al interior de la misma ya han realizado una consulta sobre la nueva Constitución y en sus distintas Facultades han reaccionado a los hechos ocurridos con, por ejemplo, ayuda de la Defensoría Jurídica en la Facultad de Derecho para los casos de posibles violaciones a los derechos humanos; o la colaboración en el área de la salud: especialmente destacable es el ofrecimiento de prótesis gratuitas para la rehabilitación de personas con pérdida ocular por parte de la Facultad de Odontología. La Facultad de Ingeniería, por su parte, hizo un análisis de los balines usados por la policía y concluyó que solo una parte era de goma.

Médico, académico en varias facultades de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi (1950) es desde 2014 su rector. Como investigador se ha especializado en la fisiología del sueño. Tal vez por eso tituló "Chile onírico" a su artículo sobre la situación del país publicado en el diario español "El País", aunque, por supuesto, se refería a un sueño de cohesión social: "Si los sueños aspiran a satisfacer deseos inconscientes, quizás el de este pueblo sea el de reencontrarse. Devolverle un sentido a cada vida para que converja en un destino común".

-Como médico, ¿cuál es su diagnóstico de lo que sufre el país?

-Hay, como suele ocurrir en medicina, una situación de base y sobre esa situación de base, un problema agudo o de una evolución más reciente. El problema de base se arrastra por mucho tiempo y en mi opinión tiene que ver con un modelo de sociedad excesivo, extremo en fomentar el individualismo y de contrarrestar el rol de lo colectivo, que se representa en el rol del Estado y en instancias solidarias. Eso lleva a una frustración de las personas, porque se les dice que tienen un montón de oportunidades que en realidad no se les dan, porque la enorme mayoría de los chilenos no está recibiendo ni la salud, el sistema previsional, el transporte o la educación que quisieran, y esa situación de base es la que está explicando, creo yo, el estado de frustración que se hace presente hoy. Destaco entre todas estas faltas la educación pública, porque esta, además de satisfacer una necesidad, como la salud o la previsión, tiene la tremenda característica de servir como elemento de cohesión nacional y social. Que en una buena educación pública converjan personas de diferente nivel socioeconómico ayuda a la cohesión social y haber perdido eso creo que está a la base de los problemas que estamos viviendo actualmente.

-¿Y es una enfermedad leve, grave o gravísima?

-Lo que estamos viviendo hoy, si se quiere elegir una analogía médica, es como alguien que tiene una condición crónica, como diabetes o hipertensión, personas que tienen una situación basal distinta que se ha ido acumulando por mucho tiempo. Lo que está ocurriendo ahora es un estallido a partir de esa situación de base.

-¿Cree que la crisis que ha experimentado Chile se calmará con el acuerdo del plebiscito de abril próximo?

-Creo que eso dependerá directamente de que ese llamado a plebiscito sea garantizándole a la población que van a ser escuchados y que se van a dar los cambios en el sentido que las mayorías quieran. Si se logra instalar en el país esa percepción generalizada, yo creo que calmaría mucho las cosas.

-¿Qué opinión le merece esa salida: un plebiscito con la alternativa de una "convención constituyente" o una "convención mixta"?

-Desde la posición de rector de la Universidad de Chile no me corresponde opinar, pero creo que lo importante es garantizar que se expresen los diferentes puntos de vista y desde la Universidad de Chile hemos hecho esfuerzos para convocar a debates, discusiones e instancias que aporten a esto. Hicimos ya un proceso de consulta a nuestra comunidad -académicos, estudiantes y funcionarios- respecto si querían una nueva Constitución y 90% de la universidad pensaba que debía haber otra Constitución. Es probable que hagamos nuevos procesos consultivos a nuestra comunidad, pero mi deber como rector es garantizar un ámbito de conversación plural.

-¿Hasta qué punto una universidad puede verse como una muestra de la sociedad y, por lo tanto, lo que ocurra al interior de ella como algo representativo de la totalidad?

-El estallido surge a partir de una ceguera política enorme, por ejemplo, acusar a las y los jóvenes de no interesarse por la política por no hacer política formal y acusar a todas las expresiones que venían desde las universidades sin hacer ningún esfuerzo por entender lo que ahí estaba pasando. Estamos pagando un precio por eso, porque se puede invertir el argumento y decir que la política no es capaz de atraer a las y los jóvenes, y eso ha quedado notablemente expresado en estos hechos. En retrospectiva creo que debimos haber prestado más atención al desinterés de los jóvenes por la política formal.

-En su artículo "Chile onírico" apuntaba como un posible origen o quizá emblema estaba en la decadencia de la educación pública.

-En Chile hubo un enceguecimiento con -llamémoslo- oportunidades de negocio, y se vieron oportunidades de negocio en situaciones en las que claramente se afectaba temas muy centrales para el país y que nunca debieron ser vistos con ese prisma. Los ejemplos son muchos, uno de ellos podría ser la privatización del agua, pero centrémonos en el caso de la educación pública. Es muy grave no entender el rol de la educación pública, donde estén unidos en una misma aula jóvenes provenientes de familias muy diferentes, trasfondos culturales, educacional, políticos, religiosos, étnicos. No entender eso fue un desastre, porque claramente en el Chile de la mitad del siglo pasado la educación pública fue un factor de homogenización y cohesión nacional tremendamente importante. Cuando se perdió eso, se favoreció el individualismo y el distanciamiento de los diferentes grupos, sobre todo socioeconómicos, y a su vez, cambiar el sentido de la universidad y pensar que es una instancia donde a cambio de dinero se entrega un título que permite tener mejores remuneraciones, esa transformación del concepto de universidad, también está en la base de la pérdida de valores éticos fundamentales que facilitan desdoblamientos como estos.

-La Universidad reaccionó de varias maneras ante la situación de crisis, por ejemplo, llevando causas de derechos humanos por la Defensoría de la Facultad de Derecho. ¿Cuál es su evaluación de esa actividad?

-Excelente, creo que todo lo que ha hecho la universidad ha sido muy valioso y muy bien recibido por las personas. Dentro de las cosas que hemos hecho como universidad está desde luego la Defensoría Jurídica; también el trabajo de primeros auxilios que realizan estudiantes, académicos y funcionarios de áreas de la salud; la investigación de los balines, realizada por académicos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas; la rehabilitación de personas que perdieron sus ojos a través de la entrega de prótesis, entre muchas otras. Hay numerosas instancias donde la universidad ha participado abordando los temas agudos. Igualmente importante que la reacción ante las situaciones que estamos viviendo, es el ofrecimiento de la universidad a contribuir con políticas para las fuerzas de orden que les permitan otros tipos de procedimientos, y que no vuelva a ocurrir que personas pierdan sus ojos.

-¿Y qué le parece el triste récord de daños oculares por los perdigones usados por la policía?

-Eso refuerza absolutamente la necesidad que el comportamiento y los protocolos de las fuerzas de orden deben ser materia de discusión y legislación, y nosotros como universidad estamos muy disponibles, ya hemos ofrecido esto. Tuvimos una reunión con el vicepresidente del Senado y hemos ofrecido nuestra colaboración en ese contexto, y también desde nuestros saberes tenemos muchos expertos en el área de orden público. Desde ese punto de vista es fundamental que estas materias se investiguen. Yo creo que la estadística de pérdidas oculares y de visión es imposible de explicar, al conversar con familias de jóvenes que han vivido esto, es devastador y debemos tomarlo como una gran pregunta: somos o no un país civilizado, cuánta humanidad existe en la forma en cómo nos comportamos como país. Ese es el alcance real de esta situación.

-Cuando habla de la rehabilitación por pérdida de ojos, ¿es lo que ha hecho la Facultad de Odontología con prótesis gratuitas para las víctimas?

-Así es. Nos enorgullecemos todos de lo que está haciendo la Facultad de Odontología, el aporte y compromiso que han demostrado siempre ha sido parte del espíritu de la Universidad de Chile. Al mismo tiempo lamentamos que se tengan que tomar este tipo de acciones.

-Según la investigación sobre los balines de la Facultad de Ingeniería llamarlos "de goma" sería un eufemismo…

-Muchas acciones de la universidad, desde la Defensoría Jurídica y otras, han tenido efectos notables, entre ellas, por supuesto que se haya suspendido el uso de los balines.

-Aparte de la reacción a la emergencia, ¿de qué manera las universidades y en particular la Universidad de Chile pueden ayudar al proceso que viene?

-Creo que lo que hay que hacer ahora es imponer la razón, hacer todo lo que podamos para contribuir al diálogo, para contribuir en los ámbitos donde se pueda discutir y conversar, que es donde la universidad está en su mejor hábitat. Estamos completamente disponibles para todos los ámbitos de reflexión, de discusión, de conversación e intercambio de ideas.

-¿Se ha pensado en alguna instancia coordinada para que la academia entregue análisis, propuestas o herramientas en temas como salud, pensiones, educación, transporte, orden público y seguridad u otros?

-Nosotros como Universidad de Chile estamos trabajando en todos esos ámbitos, desde los saberes específicos, y estoy seguro que eso no solamente va a ser puesto al servicio de las personas y del Estado, el Gobierno, el Parlamento, sino que serán temas que compartiremos con las demás universidades estatales y con las demás universidades del Consejo de Rectores.

-Como médico, ¿cuál es su pronóstico para el país?

-Espero que podamos llegar a un nuevo modelo de sociedad que sea más justo, inclusivo y solidario, y que eso lo podamos hacer con el pleno ejercicio de la razón, que se haga con respeto a todas las personas y con los menores costos humanos y materiales posibles, a eso se debe apuntar, más que a pronósticos objetivos, que son difíciles de hacer. Es muy bueno que todas y todos expresemos una voluntad constructiva y en eso nos hemos abocado como Universidad de Chile.