EDITORIAL
Crisis moral
Durante más de un mes de manifestaciones hemos presenciado muchos e impactantes hechos de violencia. Sin duda han sido los días más duros que ha enfrentado un país que paradójicamente sabe más que ningún otro de terremotos y otras tragedias naturales.
Más allá de las manifestaciones y las válidas demandas de la ciudadanía, los fallecidos, los heridos, los saqueos, los incendios, las barricadas y los ataques al mobiliario público y privado han puesto en evidencia una cara demasiado preocupante de nuestro país.
La violencia solo genera más violencia, qué duda cabe. Desafortunadamente la crisis política que enfrentamos refleja parte del relajo moral que vive buena parte de la población.
Hoy los saqueos y la afectación a las actividades diarias son prueba de ello, así como antes lo fueron quienes se coludieron para fijar precios y perjudicar a los chilenos, quienes prometieron cambios y mejoras solo con el objetivo de conseguir el voto de la población o quienes se aprovecharon de sus puestos para obtener beneficios personales.
Todo lo anterior es inaceptable para trazar los límites que demanda la vida en sociedad, los que deben ser forjados en el respeto irrestricto por el otro. Es preocupante, entonces, que así como hoy no se respeta a las instituciones, tampoco se respete a los profesores, a los empleados públicos, a los funcionarios de los centros de salud, a los abuelos y a las mujeres embarazadas que deben ir de pie en el transporte público.
Es grave que como ciudadanos normalicemos situaciones que no solo significarán una paralización en lo económico, sino que también limitan las libertades. Hoy la comunidad relativiza las barricadas, el juego "El que baila pasa" y corre a su hogar para no toparse con saqueadores. Sin duda todo eso no es normal.
Desafortunadamente desde la clase política, de las dirigencias, las señales no han sido claras y parecen estar desconectadas de lo que está ocurriendo, de lo que demanda la ciudadanía y de lo complejo que está siendo enfrentar el escenario del último mes.
Se requieren mensajes claros, pero sobre todo, acciones que permitan que Chile retome el rumbo de lo moral.
"La crisis política que enfrentamos refleja parte del relajo moral que vive buena parte de la población".