Por años, el problema de los medicamentos ha estado presente en la opinión pública. ¿La razón fundamental? El alto costo de los remedios para el bolsillo de los chilenos; basta ver la última encuesta del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello (ISPAB), para confirmar que cuando un 13% del ingreso familiar se destina a medicamentos, es imposible asegurarle a gran parte de la población, un acceso integral a la atención de su enfermedad y posterior recuperación; cuando además este gasto lo debes compatibilizar con los de salud, educación, vivienda, transporte, alimentación, entre varios otros ítems.
En este sentido y dentro de la agenda social impulsada en estas semanas; la propuesta del Gobierno que establecer una política de medicamentos resulta atrasada. La idea de un "fast-track" para importar fármacos a través de la CENABAST es complementaria - y riesgosa sanitariamente-, así como también la obsesión de vender medicamentos en góndolas de supermercados, que consagra en la concepción del gobierno, al medicamento como un "bien de consumo" y no como un "producto ético", necesario para recuperar la salud de las personas. Tampoco la anunciada fijación de precios -populista a todas luces- cuenta con una base conceptual y jurídica: ¿o vamos a comenzar a fijarle el precio de todo (pan, carne, leche, etc.) para que la gente pueda acceder a ellos?
Lo que necesitan las familias chilenas de menos ingresos es disminuir el gasto que hacen en remedios, manteniendo su acceso. La vía populista de fijar precios lleva al desabastecimiento -el mejor ejemplo es Venezuela-. Sorprende que economistas del gobierno no le hayan explicado estos principios básicos de microeconomía al Ministro de Salud.
La solución que utilizan los países desarrollados es bonificar los medicamentos dentro de un esquema de Seguridad Social. Esto pasa por asegurar un "Plan de Salud Universal" que considere el financiamiento de los remedios ambulatorios; al lograr cobertura, se ataca directamente el gasto por dos vías: bajando los precios -ya que se crea un poder comprador institucional público y privado, que presionarán a la baja los mismos-, y por otra, ataca directamente el gasto de las personas, por la vía de cubrir un porcentaje del valor real, aliviando en algo, la alicaída economía doméstica.
Las medidas planteadas por el Gobierno atacan los síntomas y no el origen de la enfermedad. Así como un paracetamol puede ayudarnos con el malestar del resfrío, éste no lo elimina. Lo mismo sucede acá. Por lo menos, hoy día estamos hablando de un tema que le preocupa a la población, pero el enfoque del Gobierno es claramente insuficiente. El tema de fondo es pronunciarse por una cobertura financiera de los fármacos en el "Plan de Salud Universal", lo que aún no se toca.
Rony Lenz y Felipe Vergara
Académicos
Unab