Desigualdad económica
Según el Informe global de Desarrollo Humano 2019 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Chile se ubica en un nivel "muy alto", en el lugar 42 a nivel global y primero en América Latina y el Caribe. Pero pese a estar entre los 50 países de mayor desarrollo humano, Chile tiene la desigualdad de ingresos más alta, algo preocupante y que debiera abordarse tras la crisis social que detonó en octubre pasado.
El informe llega en un momento clave para el país, tras una serie de demandas sociales precisamente la mayoría ligada a desigualdades económicas, respecto a costo de pasajes, peajes, de la educación, la salud y las pensiones. Todas estas tienen solución y deben ser abordadas paulatinamente tanto por el Estado como del mundo privado.
Las manifestaciones que se extienden por toda América Latina y el Caribe dan cuenta que a pesar de décadas de crecimiento económico de muchos países, persisten desigualdades socioeconómicas estructurales y percepciones de injusticia y pérdida de dignidad, particularmente entre la clase media y los sectores históricamente marginados.
La desigualdad económica que habla el informe también se da en temas de género, donde el Ingreso Nacional Bruto per cápita estimado para los hombres es de casi 29.000 dólares, mientras que para mujeres es de 15.200 dólares. Pese a lo anterior otras dimensiones como salud y educación hay menos diferencias por género, y Chile es uno de los dos países del mundo donde más se han reducido los prejuicios respecto de los roles de los hombres y mujeres.
Estamos en un momento clave como país para abordar con altura de miras esta problemática y el mundo empresarial es clave y debe sumarse en reducir las brechas salariales, no solo subiendo a quienes ganan menos, sino también reduciendo dietas exorbitantes que se pagan a algunos ejecutivos, de lo contrario los esfuerzos que se hacen desde el aparato público, solo significará que el capital humano de calidad migre al mundo privado en busca de mejores remuneraciones.
El mismo Gobierno y mundo empresarial han reconocido la necesidad de un cambio de paradigma de la defensa del crecimiento económico como base del desarrollo a uno que se enfoque en uno que incluya los factores sociales y de calidad de vida.
"Estamos en un momento clave como país para abordar con altura de miras esta problemática".