Junto con saludarles, me dirijo a ustedes para comentarles que durante los últimos meses de 2019, producto de deficiencias cardíacas, estuve hospitalizado en dos oportunidades en vuestro hospital, siendo en las dos ocasiones atendido en la Unidad de Tratamiento Intensivo.
A principios de noviembre recién pasado, debido a un fuerte dolor en el pecho, de mis síntomas (tengo entendido que sufrí un infarto), fui atendido rápidamente y puesto en observación en forma inmediata. Tanto el doctor que me atendió como las enfermeras y técnicos paramédicos, me brindaron una atención de sumo cuidado, que siempre estuvieron pendientes de mí, a pesar de que esa unidad tiene bastante movimiento. Al día siguiente fui derivado a medicina general y de allí me enviaron a realizar un examen para ver cuánto estaban obstruidas mis arterias del corazón. Una vez concluido este procedimiento, habiéndome "destapado" dichas arterias, fui trasladado a la Unidad de Tratamiento Intensivo. Si bien es cierto que, con el procedimiento realizado, tuve una mejoría ostensible en mi estado de salud, el doctor a cargo "no me quiso dar el alta", y lo escribo entre comillas porque a mi parecer ya estaba bien, pero ellos detectaron una arritmia cardíaca, la cual podía producirme otras complicaciones cardíacas.
Durante mi primera estadía en esta unidad recibí una atención de primer nivel. Las enfermeras, técnicos, kinesiólogas, nutricionistas, en fin, todas las personas que laboran en esta unidad siempre estuvieron preocupadas por mi estado de salud.
Finalmente, fui dado de alta después de casi dos semanas. Sepa usted que me retiré muy agradecido por la atención brindada, una atención y una calidad humana difícil de encontrar en otras instituciones hospitalarias.
Lamentablemente, y quizás producto de mi poca constancia en el tratamiento a seguir, volví a "visitar" dicha unidad. Un día viernes de diciembre, producto que me costaba respirar, fui al Servicio de Urgencia. Gracias a Dios y a la rápida atención que recibí, pude salir adelante.
Estas líneas no tienen otro fin que destacar el trabajo que realizan en el hospital regional. Yo soy creyente, creo firmemente en Dios, estuvo presente en cada una de las operaciones o procedimientos que tuve, en cada una de las curaciones y atenciones que me brindaron. Dios hace milagros, pero necesita de manos que ayuden a esa acción, y créame que, para mí, su personal a cargo fueron las manos de Dios que sirvieron para mi recuperación.
Juan Valencia G.