DE NUESTRO ARCHIVO
22 de marzo de 2000
Una verdadera odisea viven los monumentos que honran la memoria de los héroes Arturo Prat y Eleuterio Ramírez. Ambas piezas hace años son blanco de acciones vandálicas.
Una verdadera odisea viven los monumentos que honran la memoria de los héroes Arturo Prat y Eleuterio Ramírez. Ambas piezas hace años son blanco de acciones vandálicas.
Ayer se difundió la imagen de unos jóvenes surfistas sobrepasando el cerco instalado en Cavancha. La pregunta es dónde está la conversación en familia que evite este tipo de situaciones que ponen en riesgo a los demás.
Este fin de semana las calles del centro de Iquique se vieron bastante vacías. Sin duda es una buena medida para enfrentar el coronavirus. Ojalá que esto se repita durante la semana, donde es posible que la situación en el país sea un poco más compleja. A cuidarse.
Si bien desde La Moneda anunciaron un plan para ir en rescate de la economía que también está sufriendo los embates del COVID-19, es importante que estas ayudas se difundan en todos los sectores. Es necesaria que la información llegue a toda la población.
Fue en Venecia donde se instaló por primera vez un lazareto para tratar a personas con enfermedades contagiosas. Hablamos del siglo XIV. Pero hay antecedentes más antiguos. Todo desplazamiento masivo de personas, sobre todo motivados por guerras y el comercio, diseminaron enfermedades contagiosas. Las Cruzadas son una de ellas. Al contagiado se le separaba, se la aislaba y se lo etiquetaba: apestoso, inmundo, etc.
A comienzos del siglo XX, el Norte Grande es asolado por diversas epidemias. La más conocida la bubónica que se transmitía de los ratones a las pulgas y éstas a los seres humanos. Fue una fiebre que atacó, preferentemente, a los pobres ya que estos carecían de medidas de higiene: dormían sobre la tierra, hacinados. Iquique, Pisagua, Taltal, Tocopilla sufrieron estas calamidades. Las escuelas públicas se cerraron para frenar el contagio. Se cuenta que un barco que venía del Perú desató la tragedia.
El Lazareto en Iquique estaba al lado norte del actual hospital. Probablemente se improvisó como tal para atender a los enfermos. Según la novela "Tarapacá", publicada en esta ciudad el año 1903, había una carreta de color plomo que iba a buscar a los enfermos. Juanito Zola, el autor de la primera novela obrera que se edita en Chile, relata que los conventillos eran el lugar preferido. Y lo era porque allí vivían los pobres. Iquique fue por mucho una ciudad de conventillos. Uno se llamaba Las Camaradas. Se aprovechó la peste para confinar a los dirigentes obreros.
El cuento "Un viaje a otro mundo", Denisse Astoreca narra como el hijo de un inglés, un niño, logra salvarse. Los niños pobres morían como si nada.Hoy nos visita una nueva peste, transmitida por la globalización, a la que sin embargo, reaccionamos en forma local. Debemos responder en forma colectiva y solidaria. La ciudad y nuestros hogares se convertirán en modernos lazaretos. La última cuarentena que tuvimos fue el toque de queda el año 1973.
El sonido de la carreta ploma que recogía a los pobres contaminados el siglo pasado, nos golpea la memoria. El coronavirus es una peste blanca, pero peste al fin y al cabo.
"Hoy nos visita una nueva peste, transmitida por la globalización (...)"
Bernardo Guerrero, Sociólogo"
Tal como está ocurriendo en más de 170 países, los efectos del coronavirus ya golpean fuerte al territorio nacional. Según el último reporte del Ministerio de Salud, hasta ayer en Chile se había confirmado un total de 537 contagiados, 103 correspondían a nuevos casos y ocho pacientes habían sido dados de alta. La región de Tarapacá permanecía como la única sin presencia de la enfermedad.
Como nos encontramos en la fase 4 del COVID-19 y de acuerdo a la experiencia internacional, el número de afectados irá en aumento, por lo que se hace necesario robustecer las medidas que apuntan a frenar los contagios. Lo anterior demanda no solo la intervención del Estado o de las instituciones públicas, sino que la colaboración de toda la comunidad, sin excepciones.
Desde el nivel central las autoridades han tomado medidas como la suspensión de clases, el cierre de fronteras, la instalación de aduanas sanitarias en algunas regiones del país, entre otras. Sin embargo, la mayoría han sido más bien sugerencias que apuntan al autocuidado y a la implementación del teletrabajo, por nombrar algunas. Lo que se busca en concreto, es evitar que las personas deambulen por las calles, provoquen aglomeraciones y con ello aumenten los contagios.
Sin embargo y pese a los continuos llamados a mantener una actitud proactiva ante esta crisis sanitaria, una buena parte de la población parece no asumir la compleja realidad que está enfrentando el mundo y continúa desafiando a un virus que actualmente solo se puede combatir a través del aislamiento social. Es precisamente ahí donde la responsabilidad se empina como el concepto clave.
A medida que se multipliquen los enfermos el gobierno dispondrá de medidas más restrictivas, las que ya se han adoptado no solo en países que suman miles de fallecidos, sino que en otros como Perú y Argentina.
Con todo, la responsabilidad de cada uno, de obedecer las recomendaciones de expertos de la salud, se empina como el concepto clave para salir de este momento crítico de la humanidad.
"No solo la intervención del Estado o de las instituciones públicas, sino que la colaboración de toda la comunidad".