Ciudad en pixeles
acto deliberado En los comercios han colocado demarcaciones en el piso para que los clientes respeten el metro de distancia, sin embargo, como ocurre en la caleta Cavancha, no todo siguen las normas de prevención por el COVID-19.
acto deliberado En los comercios han colocado demarcaciones en el piso para que los clientes respeten el metro de distancia, sin embargo, como ocurre en la caleta Cavancha, no todo siguen las normas de prevención por el COVID-19.
Nuestra empoderada sociedad, hoy más que nunca, exige sus derechos. Y esto no es sorpresa porque es el fruto de los procesos sociológicos que nos afectan globalmente. Sin embargo, rara vez nos ponemos a pensar en lo relevantes que son nuestros deberes legales o sociales. Impopulares para muchos; obviados; resistidos; poco difundidos o educados, pero conocidos por la mayoría de la sociedad, porque son el fruto, muchos de ellos, del sentido común y de lo que es correcto.
Todos los nortinos tenemos el deber de respetar la ley y el principio de autoridad que hace que nuestro país y nuestra sociedad sea viable, lo que es especialmente importante ahora que afrontamos este Estado de "Catástrofe". También tenemos el deber de respetar la vida y la salud del resto, y no solo la propia. El ser empático con el sufrimiento ajeno, y no solo exigir que lo sean con el propio. El respeto por los demás, especialmente por los más vulnerables, si queremos exigir respeto por nuestras personas. El deber tan básico, como el respeto de una fila, establecida para proteger la distribución de un servicio en tiempo dramáticos.
Lamentablemente, este Estado de Excepción Constitucional nos demuestra cada día que ciertos deberes no han sido inculcados con éxito en una parte de los nortinos, muchos de estos de corta edad. Si no fuera el caso, no veríamos masas de jóvenes en la playa o plazas en tiempos de pandemia, abstraídos de la cruda realidad que hoy viven y podrían vivir, a corto plazo, muchos Ariqueños, Tarapaqueños o Antofagastinos. No veríamos grupos de motoqueros y automovilistas dejando nuestras ciudades el fin de semana para "carretear" en masa, en zonas donde el control de las autoridades es más complejo. No sorprenderíamos decenas de conductores manejando bajo la influencia del alcohol en toque de queda, aduciendo razones irrisorias. No escucharíamos respuestas tan arrogantes, ignorantes y egoístas, como las que los servidores de la Armada han escuchado durante las labores de control en su zona de responsabilidad legal, en las cuales se argumenta que esta plaga es "un problema de los viejos". Que éstos "de algo tienen que morirse". Que "a nosotros no nos afecta". Que "no nos fijamos en la hora". Que "¡¡No le pongamos tanto!!", como si miles de infectados o decenas de muertos, no fuesen ya…."tantos".
Esta falta de empatía, de respeto o indiferencia con los deberes por parte de algunos, podría provocar que, irónicamente, en un futuro muy cercano y como consecuencia de los efectos del COVID19, muchos nortinos, responsables o no, no puedan hacer factibles sus tan ansiados derechos: el derecho a la vida, a la salud, a reunión, a trabajar, o al tan anhelado libre tránsito.
En esta cruel y larga pandemia, la sociedad nortina, o al menos parte de ella, podría entender de la peor manera, que nuestros derechos no son posibles, si no partimos todos por cumplir los tan incomodos, pero necesarios deberes en relación a esta plaga, los que harán que nuestra vida en este desierto hermoso, heroico y patriótico, siga siendo viable.
Alberto Soto Valenzuela
Comandante en Jefe
de la Cuarta Zona Naval
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