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Colchane: entregan apoyo voluntario a bolivianos

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Bajo improvisadas carpas están pasando la noche los más de 500 ciudadanos bolivianos que se mantienen en la frontera de Colchane, a la espera de poder retornar a su país, el que cerró el acceso para evitar la propagación del coronavirus. Ante esta situación, el municipio de Colchane les entregó alimentación y facilitó la instalación de servicios higiénicos.

Al respecto, el alcalde de Colchane, Javier García, informó que la cantidad de gente que está intentando volver a Bolivia ha ido aumentando. "Haremos un nuevo catastro para ver cuántos hay, ya que hay personas que todavía vienen caminando hacia Colchane por la ruta 15 CH, hoy les entregamos alimentación con el apoyo de los funcionarios municipales".

Agregó que les entregaron agua potable, abrigo, y la instalación de baños químicos para las personas que continúan en el hito Cerrito Prieto, además del apoyo de una residencial de ese pueblo que entregó alimentos y la colaboración de agrupaciones de residentes bolivianos que llegaron con alimentos hasta el poblado, además del apoyo de los carabineros.

Sin embargo, durante la tarde de ayer debieron elaborar el almuerzo utilizando leña, debido a que se les agotó el gas.

"En nuestra comuna hay un desabastecimiento de gas producto de que todas nuestras cocinas usan gas boliviano y con el cierre de la frontera ya tenemos 400 familias que no pueden cocinar a gas, incluido nosotros porque se nos agotó y lamentablemente tenemos que atender a estas personas que están pasando hambre. Agradezco el espíritu humanitario de los funcionarios municipales por colaborar en esta crisis humanitaria que tenemos", dijo el edil.

En tanto, el subalcalde de Pisiga Bolívar, Daniel Colque, indicó que "si ingresan o no es una determinación que está a nivel de gobierno. Acá tenemos a 480 personas que entraron en el primer grupo y continúan en cuarentena".

"Primera línea" de salud extrema medidas sanitarias

Trabajadores del hospital de Iquique relataron los cambios que hicieron para cuidar a su familia.
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Lorena Méndez Jara

Medidas estrictas antes de ingresar a sus hogares y alejarse de sus seres queridos hasta nuevo aviso son algunas de las modificaciones que han tenido que hacer en sus rutinas los profesionales de la salud que trabajan con los pacientes sospechosos y confirmados de COVID-19 en el Hospital Ernesto Torres.

Uno de ellos es Carlos Ovando, kinesiólogo intensivista de la unidad de Covid del Hospital de Iquique, quien comentó que el mayor temor que tienen junto a sus compañeros es infectarse y contagiar a su familia.

"Tenemos todo un protocolo antes de entrar al servicio, tanto para la entrada y salida. Todos llegamos con ropa de calle y antes de entrar pasamos a una sala donde nos pasan la ropa y todos los elementos de seguridad que utilizamos y ahí recién entramos al servicio", comentó

Añadió que para resguardar a su hijo de 3 años, junto a su esposa, que también es funcionaria del hospital, extremaron las medidas sanitarias antes de ingresar a su vivienda. "Mi señora trabaja en la unidad de paciente crítico, por lo tanto las medidas de seguridad que tenemos son estrictas porque la idea no es contaminar nuestra casa. Tenemos una persona que se queda con nuestro hijo y usamos el mismo protocolo que hacemos en el hospital en la casa y después de todo eso nos bañamos, nos colocamos otra ropa y recién nos acercamos para saludar nuestro hijo".

El kinesiólogo trabaja a cargo de la parte respiratoria de los pacientes que están en la zona de COVID-19. Sin embargo, a raíz que los usuarios no pueden recibir visitas son los propios funcionarios quienes también se ocupan de darles contención.

"Somos los encargados de tomarles los exámenes a los pacientes para detectar si es positivo o no. No todos llegan con mucho conocimiento, algunos con un poco de miedo y ahí uno entra vestido como un astronauta y le explicas lo que está pasando. Ahí uno deja de ser kinesiólogo y al igual que las enfermeras, pasamos a ser un psicólogo por así decirlo. Ahí no hay un familiar que le dé apoyo y uno también está para eso".

Por su parte, Daniela Torres, enfermera de la unidad de paciente crítico del hospital de Iquique, relató que desde que comenzó la emergencia sanitaria por el coronavirus optó por dejar de ver a sus seres queridos. "No he tenido contacto con mi familia, porque hay adultos mayores y niños", explicó.

Recordó que a principio de este mes recibieron al primer paciente confirmado con COVID-19 en la UCI. "En un turno de noche recibimos el llamado de que iba a llegar un paciente confirmado. Obviamente sentimos miedo al principio, pero una como enfermera tiene que calmar a su equipo y ocupando todos los elementos de protección personal lo logramos hacer bien".

Torres se refirió a la sensación que les queda al saber que todavía hay personas que continúan con sus actividades de manera habitual, pese al llamado a las autoridades de permanecer en sus casas.

"He visto por redes sociales que la gente sigue haciendo su vida normal, mientras casi todo el personal de salud está en cuarentena preventiva, a veces da rabia al ver que la gente no es empática con el resto y creen que nunca se van a contagiar, es por eso que considero que falta más educación en la población", aseveró.