Asuntos de pandemia
Cuando ocurrió la peste bubónica en Pisagua (hoy sería literalmente correcto llamarla pandemia) se culpó a las lauchas que venían en los veleros que transportaban el salitre, el "Oro Blanco" a Europa, pero al final se supo fehacientemente que no eran las lauchas las causantes de la pandemia, sino sus pulgas. Esto ocurrió antes de 1879, es decir, Pisagua era territorio Boliviano, puerto mayor de embarque que posteriormente como consecuencia de la guerra, pasó a formar parte de la geopolítica chilena. En aquella terrible situación las autoridades responsables de la comunidad huyeron, abandonaron sus deberes, sin duda, por la gran cantidad de personas que estaban muriendo. Los relatos dicen que cada día, por las noches centenares de personas eran transportadas en carretas, rumbo a fosas comunes o improvisados crematorios.
Por su puesto que todas estas autoridades fueron destituidas. La pandemia rápidamente se extendió, llegando a Iquique, en un ambiente de horror difícil de describir, no obstante sucedió un hecho fortuito totalmente inesperado que cambió una situación en cierne que jamás sabríamos realmente cuáles hubieran sido las consecuencias finales para nuestra querida ciudad.
Estalló abruptamente un incendio en el puerto de Iquique, quemándose un cuantioso cargamento de salitre que inevitablemente arrastró en su fuego a otro significativo cargamento de azufre acopiado en el recinto. Era, sin duda, un espectáculo sorprendente.
La ciudad quedó totalmente cubierta por una nube atosigante. Al tercer día desapareció por completo y con ella todo vestigio de la pandemia.
Si la pandemia actual doblegara todo esfuerzo por combatirla ¿cabría una acción desesperada imitando aquel incendio fortuito, en que el salitre fundamentalmente, fue la salvación, como ya lo era en el ámbito económico?
OMS y desinfectantes
La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el cual comunica que utilizar determinadas sustancias químicas en forma de spray o rocío para eliminar al virus del COVID-19, podría ser dañino para la salud de los seres humanos y, además, no ser efectivo para inactivar al virus.
En el documento "Cleaning and disinfection of environmental surfaces in the context of COVID-19" asevera que las calles y veredas no son consideradas reservorios de infección por el virus, que rociar superficies porosas como veredas y caminos de tierra no sería efectivo, debido a que los desinfectantes no estarían en contacto con el virus durante el tiempo requerido para inactivarlo y que "rociar desinfectantes, incluso en espacios abiertos, puede ser dañino para la salud humana".
Rociar a las personas con desinfectantes a través de túneles o cámaras no es recomendable y puede traer consigo consecuencias físicas, tales como: irritación ocular, irritación de la piel y mucosas, náuseas o vómitos, irritación de las vías aéreas, entre otras. Además de producir en la población una falsa sensación de seguridad, minimizando las medidas que realmente son importantes, como el lavado de manos con agua y jabón, el uso de mascarillas y el distanciamiento social.
Carlos Valdivieso M.
Fernando Torres Moscoso
Química y Farmacia Unab