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Los municipios están en contacto diario con las familias y era el grupo más importante que debía haber sido convocado para poder prevenir la extensión de la pandemia. Lo más probable es que hubiéramos tenido un devenir más positivo si hubiesen participado instancias locales. Actualmente el control sanitario de las personas contagiadas se realiza desde la autoridad sanitaria fuera del territorio y hoy día se está tratando de cambiar eso para los consultorios, pero eso se debería haber hecho desde el principio. En nuestras poblaciones, las mismas familias se han puesto de acuerdo para alimentar a aquellas que están con covid. Hubo rechazo al inicio; pero ya no: hoy se les hace llegar todos los días su alimentación para que no salgan. Cuando la red comunitaria es convocada para trabajar, siempre resulta mejor para enfrentar una catástrofe de la envergadura de la que estamos enfrentando ahora, que no es sólo la sanitaria, sino también socioeconómica.

-¿Hasta qué punto la situación sanitaria puede hacer retroceder a familias que habían salido de la pobreza a volver a ella?

-Tenemos los antecedentes de las encuestas Panel Casen, que se hacen de una Casen a otra, pero con la misma familia. Lo que nos demuestran las investigaciones del pasado es que las familias por dos motivos vuelven a caer en pobreza: uno es por la pérdida de trabajo y el otro es por alguna enfermedad grave o catastrófica. En este caso estamos frente a los dos motivos y entonces la probabilidad de caer en pobreza es altísima. En el pasado decíamos que teníamos 8% o 10% de pobreza, pero el 30% de las familias había pasado en algún momento por pobreza, un tercio de las familias chilenas. Ahora, la cantidad de familias que incluso estando en una clase media muy frágil pueden caer en pobreza, es alto. Y el deterioro que se provoca en esa familia como para poder remontar y volver a tener un estándar de vida similar al que se tenía antes de la pandemia, es algo muy difícil en medio de la pobreza.

-¿Cree que el endeudamiento estatal es una vía posible?

-Los y las economistas que han trabajado y están trabajando en la Comisión en el Ministerio de Hacienda, algunos y algunas ya habían hecho un planteamiento en el cual sugerían utilizar parte de los recursos que Chile tenía afuera. Bueno, yo creo que ellos son quienes tendrán que decidir. El crédito, dicen, está barato hoy en día, por lo que quizá fuera preferible utilizar crédito antes que utilizar los fondos existentes afuera. Esa será una decisión económica. Sin embargo, está claro que esto no puede ser como la crisis de 1982, en esta crisis estamos en plena democracia. No la pueden soportar los niños y niñas más pobres de Chile, como soportaron la crisis del 82, que terminó dañando casi irreparablemente sus vidas. Muchos son ahora adultos que no creen en el Estado y tienen una alta desconfianza en la institucionalidad, porque quedaron abandonados entonces. Llegamos a tener más de un 60% de pobreza y un 35% de desempleo abierto. Esa crisis no puede repetirse hoy día. La salida de la crisis la tenemos que hacer en conjunto. Si tenemos que endeudarnos o utilizar recursos que tenemos en el extranjero, hay que ponerse de acuerdo para hacerlo. Si tenemos que pagar por 10 o 20 años, se pagará. La deuda subordinada de los bancos tardó más en pagarse: se decidió salvar la banca y no salvar a las personas y los pobres fueron abandonados. Eso no puede ocurrir de nuevo. Chile tiene que hacer un esfuerzo para que la salida de la crisis sea una con una carga conjunta: con una carga mayor para los que no viven en pobreza y con una carga menor para los que viven en ella.