La Tierra sin tiempo
Sin duda, mi Padre, Enrique Montaño, tendría todo listo en La Tirana: la casa equipada con comida, agua en los tambores, limpio el patio para que los nietos no se claven espinas de tamarugos y nos contaría mientras, cómo se comían los frutos de tamarugo y algarrobo, que son dulces y se hacía chicha...Sin duda, sus nietos y nietas estarían nerviosos, ansiosos y presionando para saber a qué hora nos vamos y llegar a jugar todos juntos, toda la familia, a las cartas, a la "lota", a saltar la cuerda, a tirarnos agua, quedar completamente "entierrados" en ch'uska, hacer una fogata y conversar comiendo sustancias tostadas...lo que sea, pero todos juntos...
La Awicha, como le dicen todos a nuestra madre Purísima Vásquez, estaría tranquila esperando a sus pollos, sabiendo lo bien que lo pasará, con los porotos, lentejas y choklos desgranados para marcar la lota, 2 pares de naipes nuevos y en su carita, la paz de quien sabe que ha criado con amor y cumplido a cabalidad con ese cometido.
Nosotros, su hija e hijos, estaríamos felices como cada año, emocionados de volver a esa tierra sin tiempo, que nos lleva a la simpleza, donde no hay televisión, donde se sienten los aromas de siempre y el cariño de la Pachamama...seríamos felices sin medida, felices de que nuestros descendientes lo vivan.
El pueblo entero estaría palpitando, al ritmo de los bombos y el constante resonar nos acompañaría día y noche entre sueños y comidas, entre noches y vigilias; en los juegos de las wawas, que se van llenando de esa maravilla comunitaria que entra calladita en cada corazón y que sólo trae paz y equilibrio a nuestros espíritus y nos acompaña la vida entera. Y así, sin más, nos vestiríamos para ir a bailar, sin la lógica de la razón, sólo bailar y entrar en el trance espiritual en el que todos estamos inmersos...Sin duda, en eso estaríamos y, por eso, aunque hoy los cuerpos no pueden ir, nuestros corazones están allá, en La Tirana pues, empieza todo de nuevo, todo nuestro ciclo anual.
Allá están nuestros corazones...en la tierra sin tiempo...
"El pueblo entero estaría palpitando, al ritmo de los bombos y el constante resonar nos acompañaría día y noche".
Dr. David Montaño Vásquez