OPINIÓN
El violador no eres tú
"La violación no es un acto sexual, es un acto de poder", nos dice Rita Segato, antropóloga especializada en género. Es un crimen de dominación, a través del cual la mujer es reducida a ser solo cuerpo, un objeto al que se le arrebató la calidad de persona. Un objeto del que un hombre se apropia y controla, para aleccionar a esa insurrecta mujer: "¿cómo tuviste el descaro de caminar por la calle, si tu lugar es la casa?, ¿cómo pudiste pensar que tenías derecho a sentarte junto a mí, en el autobús, mostrándome tus piernas? ¿por qué crees que puedes sonreír y abrazarme estando borracha, sin que yo reaccione violándote?
Pero un violador nunca está solo, continúa Segato. Porque su comportamiento responde a mandatos de masculinidad que están insertos en la sociedad; donde se celebra el poder de un hombre y también donde se trivializan, ignoran o silencian, y por tanto aceptan, numerosas formas de agresión al cuerpo de la mujer. Esas agresiones que toman forma de dogma, cuando nos enseñan a callar, sentir culpa, vergüenza y a no denunciar. Esas agresiones que la performance de Lastesis nombra como "la violencia que no ves".
Esas agresiones mínimas o mayúsculas que construyen un sistema de cómplices y ejecutores, porque recordemos: un violador nunca está solo. Es parte de una estructura mayor que, indirectamente, lo valida. Que respalda el que una mujer sea considerara solo piel y carne. A esa estructura de creencias interpela el estribillo que grita "El violador, eres tú".
Palabras que generaron rechazo, porque una vez más, estábamos exagerando, siendo injustas con la generalización. Entonces aclaro: si nunca compartiste con otros, despechado, las fotos privadas de tu ex novia o manchaste su reputación; si nunca pasaste tus manos por los muslos de esa compañera de universidad que, sentada sobre tus piernas, en ese auto lleno de gente, seguro se lo estaba buscando; si nunca obligaste a tu esposa, a tener sexo contigo porque es su deber, puedes caminar con la frente en alto, porque el violador, no eres tú.
"Esas agresiones que toman forma de dogma, cuando nos enseñan a callar, sentir culpa, vergüenza y a no denunciar".
Gissel Godoy Riquelme, Arquitecta-MBA