OPINIÓN
Iconoclasia
Las repercusiones que han provocado los iconoclastas o los iconódulos -termino usado en el Imperio Bizantino- en estos últimos meses en Chile, nos ha dejado sendas reflexiones para enfrentar sus repercusiones sociales y políticas.
La iconoclasia es definida como la destrucción, dentro de una cultura, de imágenes e íconos que normalmente son aniquilados por conflictos políticos, pero, particularmente, también estas damnificaciones están relacionados tanto a las pugnas religiosas, como étnicas.
En el Imperio Bizantino, durante los siglos VIII y IX, el emperador de la época, León III el Isaúrico, ordenó sacar desde la entrada de uno de los grandes palacios de Constantinopla la imagen de Jesús. La idea central del Isaúrico fue reemplazar a Jesús por una cruz. La tarea encomendada terminó con cientos de muertos. El Isaúrico argumentó -en base a los mandamientos- que la veneración excesiva de imágenes se traduciría en un castigo por parte de Dios.
En la década de 1970, la potente revolución cultural en China habría convocado a iconoclastas bajo los auspicios de Moa Tse Dong. Este hecho inscitó la destrucción de miles de antiguos templos, pagodas y otras obras maestras del arte y la arquitectura que no pertenecían al ideario del comunismo del gigante de oriente.
Ante estos ejemplos y frente a la crisis epistémica global que estamos enfrentando, es posible dimensionar los objetivos que llevan a cabo diversos grupos de fundamentalistas políticos para hacer prevalecer sus creencias. Es el caso del irreparable daño al mural de Freddy Taberna en Iquique. Un ícono de la lucha anti-pinochetista para la ciudad y la región. Es más, la memoria de Freddy está enclavada en el barrio El Morro uno de los sitios urbanos más relevantes y patrimoniales que aún son conservados.
De la mano de estos antecedentes -incidentes- mencionados sería conveniente que los protectores del patrimonio local prevengan próximos ataques. Velar por el bien público de una ciudad multicultural y transfronterizada como Iquique, reconceptualiza aquello que hemos denominado 'patrimonio', ya que nos enfrenta a los nuevos paradigmas que viraliza la actual crisis social y política que no solo vivencia el país, sino que también diversos puntos del orbe.
Finalmente, no hay duda que la imagen de Freddy Taberna es parte del patrimonio de Iquique.
"Velar por el bien público de una ciudad multicultural y transfronterizada como Iquique, reconceptualiza aquello que hemos denominado 'patrimonio'".
Rodolfo Andaur,, curador artes visuales