Una jornada democrática
Hace poco más de un año el país comenzó a vivir varios episodios complejos que, más allá de los inaceptables hechos de violencia, dieron cuenta de un descontento ciudadano generalizado. Fue así como luego del impacto inicial, los distintos sectores políticos lograron generar una conversación sensata y sumarse - en su mayoría- a un gran acuerdo que apuntaba a materializar un plebiscito constitucional, el que finalmente se concretó ayer tras ser postergado en abril a causa del coronavirus.
Luego de convulsionados meses, los que incluso se vieron empeorados por la crisis sanitaria y económica que todavía genera la pandemia, Chile dio cuenta de una cultura cívica que se debe destacar.
En las siete comunas de Tarapacá, como en el resto del país, los electores participaron de forma ordenada en las urnas, destacando además una mayor presencia juvenil que la registrada en comicios anteriores.
En general, ayer se vivió una jornada tranquila, donde millones de chilenos se dieron cita en sus centros de votación para optar por las alternativas que estaban en juego, lo que dio muestras -una vez más- que la democracia y la participación son el mejor camino para, primero, expresar nuestra opiniones y obvias diferencias y, segundo, acordar el país que como sociedad deseamos construir.
Aunque ya habrá lugar para analizar más detalladamente los resultados que dieron el triunfo a la opción "Apruebo", es indispensable tener claro que luego de este plebiscito viene un camino que no será fácil de recorrer; existirán desencuentros y el debate, la crítica y el intercambio de ideas nuevamente se tomarán la agenda pública. Es ahí donde se debe tener altura de miras, ya que el diálogo que vendrá será tan o más importante que el proceso que vivimos hasta ayer.
Con todo, se requiere que ese debate se realice en paz, enfocado en la construcción y sin dar espacio a los episodios de violencia que tanto daño le han provocado a muchos.
Un país dividido, polarizado -qué duda cabe- no beneficia a nadie. Chile necesita de cada uno de sus ciudadanos, a la clase política y a los electores. De todos depende el legado que le entregaremos a las futuras generaciones. Tal como ocurrió ayer, la mejor y única ruta hacia el mañana es a través de la democracia.
"Un país dividido, polarizado -qué duda cabe- no beneficia a nadie. Chile necesita de cada uno de sus ciudadanos".