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Todo se puso de flúor: reviviendo a Gustavo Cerati

El Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (FICVIÑA) estrenó el documental "Un hombre alado".
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Por Andrés Nazarala R.

Un día, con su película "Solo por hoy" (2001) ya editada, el cineasta argentino Ariel Rotter tomó su bicicleta y pedaleó hasta la casa de Gustavo Cerati. Tocó el timbre y esperó nervioso a que saliera. Entonces le dijo que le gustaría que él musicalizara el largometraje. Sorprendido, el ex líder de Soda Stereo rechazó la invitación pero a la mañana siguiente telefoneó al director para decirle que había decidido participar en el proyecto. Ese trabajo por encargo quedó tan bueno que fue la base para el disco "Siempre es hoy".

La anécdota la cuenta el mismísimo Rotter en "Un hombre alado", del director Felipe Restrepo, documental que clausuró la edición online del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar. Es una de las tantas historias que la cámara registra para honrar el paso por este mundo de un músico perfeccionista y generoso que, a pesar de su estatus de rockstar, solía involucrarse en proyectos independientes capaces de ampliar su marco creativo.

La película, ganadora del Premio del Público en el Festival de Cine Independiente de Bogotá, lo enaltece en su rol de artista a través de testimonios de quienes trabajaron con él: el fiel sonidista Adrián Taverna, el tecladista Tweety González, su amigo y colaborador Richard Coleman, la percusionista Andrea Álvarez, el legendario Fabián "Zorrito" Van Quintiero, el cantante Leo García y Anastasia Chomysznyn, su novia de juventud, quien contribuyó a definir la estética New Wave de Soda Stereo, entre otros. También hay una entrevista al retratado, quien va complementando los relatos con confesiones.

Algo interesante de "Un hombre alado" es que Restrepo toma la decisión consciente de dejar de lado todo lo que tenga que ver con la vida privada de Cerati y los detalles del accidente cerebrovascular que sufrió el 15 de mayo de 2010 luego de presentar su espectáculo en Venezuela. Sin profundizar en el dolor, y evitando el golpe bajo que explotaron un par de libros y trabajos audiovisuales anteriores, el documental se limita a reproducir el video de la última canción que el argentino interpretó en ese show en Caracas: una electrizante versión de "Lago en el cielo". Su despedida.

Esta es una suma de testimonios, recuerdos y emociones que componen una hagiografía que Restrepo no intenta disfrazar. El dibujo de un Cerati alado, inspirado en ese ángel "wenderiano" que sobrevuela la Ciudad de la Furia, potencia la devoción. El arte de volar, siempre presente en el imaginario del músico, funciona como un leimotiv que la película materializa mediante tomas aéreas de Buenos Aires que la atraviesan.

"Un hombre alado" funciona como una conmovedora recopilación de memorias en torno al entrañable retratado. "Zorrito" cuenta la impresión que sintió cuando lo escuchó tocar por primera vez; Richard Coleman analiza la "sonoridad común" de la juventud moderna del Buenos Aires de comienzo de los 80; sus músicos rememoran los exigentes y largos ensayos a los que eran sometidos por el perfeccionista, y Leo García reconoce que Soda Stereo cambió su vida. "Todo se puso de flúor", confiesa en uno de los momentos más memorables del filme.

El responsable de la canción "Morrissey" aporta, de hecho, las mejores frases de todas. En un momento opina que Cerati "hizo una obra que contiene eternidad". En otro, asegura que volverá a la vida en 50 años más, bromeando con un chiste que alguna vez le hizo: "Despiértenme cuando termine el reggaetón".

En resumen

"Muere, monstruo, muere" es la segunda película dirigida por Alejandro Fadel.