OPINIÓN
Los fantasmas de la naturaleza
Un 4 de diciembre de 1930 un físico austro-suizo, llamado Wolfgang Pauli, escribió una carta dirigida a la comunidad científica proponiendo la existencia de una nueva y exótica partícula, el neutrino. Ya para ese entonces Pauli contaba con una gran reputación, pero esta idea trajo dudas en toda la comunidad científica. La idea nace de una inconsistencia observada en la desintegración del Neutrón, partícula subatómica que se encuentra naturalmente en los núcleos atómicos, pero que en estado libre resulta inestable. Esta inestabilidad hace que se desintegre, formando un protón, que es mucho más estable, y un electrón, necesario para conservar la carga eléctrica.
A pesar de lo anterior, las observaciones indican que la energía y el movimiento no son conservados en este proceso, lo cual ataca los cimientos más profundos de la física. Esto hizo que Pauli se planteara la existencia del neutrino como un tercer elemento en el decaimiento, llevándose la energía y movimiento faltante, resolviendo el problema. Sin embargo, sus propiedades complicarían las cosas al intentar demostrar su existencia, ya que sería muy difícil de reconocerla por ser invisible a los sensores y a los métodos de detección de la época, tal como si fuera un fantasma.
Para hacerse una idea de lo esquivos que son estos neutrinos, basta con saber que nuestro cuerpo es bombardeado por billones de neutrinos provenientes desde el Sol cada segundo y, a diferencia de su luz, no nos percatamos en lo más mínimo. Con esta carencia de datos, no resulta difícil imaginar que su confirmación tardara 26 años en llegar.
Casos como este no son extraños en la ciencia. Por ejemplo, el Bosón de Higgs tuvo que esperar casi 50 años desde su planteamiento para ser descubierto. En todo ámbito del saber - Ciencia, Política, Innovación, Ética, Filosofía, entre otras - las ideas tienen un valor intrínseco que va más allá incluso de quienes las crearon. Una vez presentadas le pertenecen al mundo, viviendo por siempre y evolucionando. Tal vez ese valor no sea visible hasta que sea aplicable o demostrable, tan imperceptibles como los mismos neutrinos, pero en retrospectiva su valor se hace presente. Tal vez las ideas sean los verdaderos Fantasmas de la Naturaleza.
"En todo ámbito del saber, las ideas tienen un valor intrínseco que va más allá de quienes la crearon".
Pablo E. González Villarroel, Astrofísico, Universidad de Tarapacá. Explora Tarapacá