OPINIÓN
Iquique, ciudad de fiestas
En 1984, "Thriller", marcó un antes y un después en la historia de los videos musicales. Duraba 14 minutos y no me cansaba de verlo una y otra vez, acompañada de mi padre, quien me decía "fíjate a qué altura tienen los brazos los bailarines, nota que ninguno los sube a destiempo. Mira, cómo usan la calle como escenario. Esa coreografía funciona como un reloj, hija". Ese mismo año, con Thriller en mis ojos, fui por primera vez a un desfile y quedé maravillada con la sincronía de los militares marchando. Pero también con sus ropas y por, sobre todo, con la forma en que ese lugar destinado a los automóviles, era propiedad de los peatones. Estaba permitido usar la ciudad de otra forma, jugar "a ser otro" moviéndonos en masa y vistiéndonos de una manera distinta.
Quince años después, a propósito de mi proyecto de título, narré esta misma observación a mi maestro, Patricio Advis. Tras escucharla me preguntó "y esto de la ciudad transformándose, a partir de una celebración, ¿ocurre en algún otro momento del año? Le respondí que sí. Que en enero repletábamos Cavancha con el año nuevo y Baquedano con las tunas. Que en febrero, agua y harina teñían los barrios de challa; que en marzo las bandas de guerra escolares se anunciaban desde el borde, ensayando para mayo; en abril, Iquique se estiraban hasta la cruz del Cerro Esmeralda; y en mayo, celebrábamos a Prat desde Punta gruesa hasta La Boya. En junio festejábamos con botes en el agua a Pedro y Pablo. Julio y agosto nos traían pampa y quebrada con La Tirana Chica y la Octava de San Lorenzo. Septiembre, era de sitios eriazos resucitados con cueca. Noviembre de peregrinación con flores y nostalgia por lo que ya se fueron y diciembre, un carnaval rodante de bronces y pastillas.
Entonces, de vuelta, me regaló un antecedente fascinante: durante la evangelización de los pueblos aymaras, los españoles construyeron iglesias y las distinguieron entre sí, a través de sus campanas. Lo hicieron a través de sus sonidos, mediante distintas aleaciones de metales. Cada pueblo, sonaba de una manera única y particular. Dicho esto, Advis me volvió a preguntar "cuál es el sonido único y particular de Iquique'" y yo le respondí, "Iquique, suena, como una ciudad de fiestas". Puedes saber en qué mes del año estás, tan solo con oírla, porque tenemos un calendario ritual sonoro, que también es de imágenes, emociones y contenidos.
Ayer, pasé al lado de una banda de bronces que tocaba villancicos en el centro. Aún cuando entiendo y acepto las razones preventivas que nos dejaron sin carros alegóricos esta Navidad, no pude evitar que mi calendario mental se activara. Mis ojos, se humedecieron.
"Tenemos un calendario ritual sonoro, que también es de imágenes...".
Gissel Godoy Riquelme, Arquitecta-MBA