El último informe de empleo del Instituto Nacional de Estadísticas da cuenta de una leve recuperación del empleo en el último trimestre móvil analizado.

El desempleo alcanzó un 7,6% en el periodo comprendido entre diciembre, enero y febrero de 2021, lo que significa la desocupación más baja desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020. Para los expertos esto da señales de recuperación en el ámbito laboral, sobre todo en el alza de los ocupados, que suman más de 161 mil personas.

Pese a lo anterior, es importante señalar que durante estos meses hubo un mayor tiempo sin cuarentena, salvo en enero, donde la pandemia causó sus mayores efectos en la región.

De todas maneras, también se puede concluir que el empleo se ha ido adaptando a una nueva realidad que golpeó fuerte a inicios de esta crisis, pero que en la actualidad ha hecho que miles de emprendimientos se transformen para poder seguir funcionando.

Las personas también se están adaptando mucho más al comercio electrónico y las compras por internet ya no son exclusividad solo de los más jóvenes.

No obstante, es importante preocuparse de la precariedad del empleo, donde si bien muchos trabajadores han logrando volver a estar empleados, varios son informales y con ingresos que muchas veces no son suficientes.

Por todo lo anterior, es importante que cada medida restrictiva sea muy bien analizada y se tome de acuerdo a criterios científicos respecto a sus reales resultados y no por presiones de tipo social o político.

Claramente muchas de las medidas más dañinas para la economía no han tenido demasiados efectos en la baja de los casos, por lo que es clave que exista más fiscalización de las acciones actuales y no solo se sigan sumando nuevas restricciones que luego se transformen en letra muerta.

Los casos en el país siguen aumentando, no por la falta de medidas, sino por el incumplimiento de las mismas, principalmente porque la dificultad de mantenerlas por más de un año hace que humanamente sea muy difícil de cumplirlas. Hay que responder a este desafío desde lo individual, ya que será la única forma de que el país salga de una pandemia que está empobreciendo a muchas familias cada día.

"Si bien muchos trabajadores han logrando volver a estar empleados, varios son informales".

En una columna anterior, destacábamos la importancia de generar conocimiento sobre la biodiversidad que existe en nuestro territorio y sus posibles usos, puesto que solamente conociendo lo que tenemos, podemos protegerlo para las generaciones actuales y las que vendrán.

Frente a este hecho, estamos conscientes de que los modelos de crecimiento extractivistas amenazan progresivamente nuestra forma de vida, comprometiendo los frágiles equilibrios medioambientales existentes. Así vivimos en una permanente cultura del riesgo que nos invita a cambiar nuestras mentalidades, por ejemplo, llevándonos a luchar contra el cambio climático, viviendo la catástrofe como un desafío para alcanzar el mundo del mañana. Este tipo de conducta, definido por los pensadores como resiliencia, es un fenómeno psicológico que posibilita a los individuos afectados por un trauma, tomar nota del evento traumático, vivir esta desgracia y reconstruirse.

De esta manera, nos resistimos sin resistirnos, aceptando que los seres humanos evolucionan en una sociedad de desastre, lo cual nos enaltece al hacernos más fuertes. Este es el modus operandi de la resiliencia, un fenómeno cuyo objetivo es prepararnos para lo peor, sin dilucidar sus causas. Así seguimos confiando en un tecnocapitalismo para luchar contra el cáncer, el cambio climático, el Covid-19 o el terrorismo, sin combatir contra el mundo que los hace emerger.

¿Cómo puede la desgracia de hoy llevarnos a la felicidad del mañana? Responder esta pregunta, obligadamente necesita de un trabajo colectivo y no individual, de un esfuerzo que junte saberes ancestrales, cultura popular y el conocimiento que genera la academia para ponerlo al servicio de las fuerzas sociales y económicas que construyen el futuro de los países.

En ese trabajo estamos en la Universidad Arturo Prat, siendo resilientes buscando desarrollar conocimiento que impulse y gestione procesos sostenibles e inclusivos para la valorización territorial, ya sea de nuestro patrimonio cultural, de los productos de origen o de la biodiversidad, entre otros.

"Estamos conscientes de que los modelos de crecimiento extractivistas amenazan progresivamente nuestra forma de vida".

Alberto Martínez,, rector Universidad Arturo Prat

Pese a que las temperaturas no han bajado aún, ya se cuenta con un albergue para las personas en situación de calle. En el contexto actual es importante estar preparados con anticipación.

Llegaron las nubes

Ayer y luego de bastante tiempo, Iquique lució cielos nublados, y aunque aún está lejos de que el tiempo cambie, es un ayuda memoria para prepararse para el invierno, el que muchas veces pilla a los nortinos sin ninguna medida preventiva para la lluvia.

Casos siguen altos

Pese a estar atravesando por la cuarentena, los nuevos casos de Covid siguen muy altos en la región y la pandemia continúa cobrando varias vidas. Es importante que la población comprenda lo grave de la crisis. Evadir la realidad puede resultar muy peligroso.