La actual pandemia no solo se está llevando miles de vidas en el país, sino que además ha llegado para cambiar la forma en cómo se realiza la actividad comercial.

Muchas de las empresas tradicionales de Iquique, tanto en el ámbito comercial como turístico, han sido afectadas fuertemente por la crisis sanitaria y se ve difícil que varias de ellas puedan mantenerse en el tiempo.

Se trata de negocios que basaron su éxito en la cercanía con el cliente, a través de un servicio muy personalizado, donde el vendedor ya los conocía, les preguntaba por sus parientes e incluso sabía de memoria sus preferencias y hasta las tallas.

La actualidad, con cuarentenas de por medio, ha significado que muchas de estas tiendas se vean impactadas por el comercio en redes sociales, con muchas personas que al perder sus trabajos se volcaron a la venta de manera informal.

Los clásicos establecimientos ya habían tenido un duro golpe hace un par de décadas con la irrupción de las cadenas nacionales de multitiendas, sin embargo, este nuevo golpe podría ser para muchos letal y llevarlos a cerrar definitivamente sus puertas.

Es importante que al igual como el Estado apoya a los demás grupos, como lo son los microemprendimientos y las grandes empresas, estos luchadores puedan tener un apoyo para poder mantener sus negocios, que han dado trabajo a muchos iquiqueños y que podrían seguir dándolo en el futuro.

Este apoyo bien podría servir para que estas empresas puedan seguir trabajando con entregas a domicilios y ventas online, sobre todo porque tienen una gran ventaja con las cadenas, que es la cercanía y que sus productos incluso pueden llegar en el mismo día a los clientes.

Por otro lado y a diferencia del comercio informal, su mercadería suele ser de mejor calidad y existe la certeza que fue adquirida de manera lícita, además cuentan con derecho a cambio y sin malas caras.

Es importante que como región y país podamos preocuparnos de mantener lo bueno y brindar apoyo a quienes por años han aportado a las economías regionales. No todo está perdido.

"Se trata de negocios que basaron su éxito en la cercanía con el cliente, a través de un servicio muy personalizado".

La pandemia por COVID-19 nos ha obligado a mirar nuestra sociedad y la forma que tenemos para vincularnos, relacionarnos y responder a las necesidades básicas de la existencia cotidiana. El sentido de comunidad nos ha desafiado a preguntarnos por el lugar que tenemos respecto del otro y su posibilidad de sobrevivencia. Usualmente hemos entendido el "sentido de comunidad", como el principio que nos obliga a ser parte de un común, que nos invita a sentirnos pertenecientes a un origen compartido. Sin embargo, ante la desterritorialización de la enfermedad y las limitaciones que esto nos provoca pareciera ser que no es suficiente entenderla así.

La desesperación se instala como un síntoma insistente, en quienes observamos que las medidas comunes se muestran como impotentes ante los efectos de esta pandemia. Roberto Esposito en 2003 nos propone que la comunidad es el conjunto de personas a las que une, no una 'propiedad', sino justamente un deber o una deuda. Estamos obligados en el deber, en la deuda. Aparecen entonces grupos unidos por el desafío de no esperar a ser guiados en esta respuesta, sino mas bien afectados por el dolor y la pérdida de los otros. Desde lo emocional de esa observación es que se levantan instancias y dispositivos de apoyo que traspasan la territorialidad geográfica. Distintos grupos, con características heterogéneas en el presente, definidos por parámetros lejanos en el tiempo, responden organizando fondos, ollas comunes, oportunidades de ayuda y recolección de insumos para cubrir y ayudar a quienes no cuentan con recursos propios para responder al hambre, el abrigo, la imposible sobrevivencia de los efectos de la pandemia y el deterioro progresivo de la calidad de vida.

Los ex integrantes de colegios, universidades, trabajos y barrios se articulan y coordinan desde lugares geográficamente distantes, movidos por la conciencia abrupta de sus privilegios actuales. El sentido de la deuda moviliza la solidaridad, nos vuelve conscientes de pertenecer a una estructura desigual. Esta sensación nos recuerda que alguna vez estuvimos también desamparados y nos invita a abandonar la individualidad del presente, responsabilizándonos para ser con el otro, uno solo en la falta.

"El sentido de la deuda moviliza la solidaridad, nos vuelve conscientes de pertenecer a una estructura desigual".

Alberto Martínez,, rector Universidad Arturo Prat

Pese a que muchos están a la espera de un pronto avance a la Fase 2 del plan "Paso a paso", lo cierto es que todavía no se cumplen todos los parámetros. Hay que hacer un esfuerzo para reducir las cifras de contagio.

Actividades online

Es demasiado notorio que cuando se realizan actividades online de algunas instituciones del Estado, todos los comentarios destacan la gestión. ¿Serán opiniones internas de los mismos funcionarios?... Iquique es demasiado chico.

Ganar o ganar

Es importante que el CDI comience a sumar puntos y sobre todo victorias si lo que se busca es pelear por el ascenso a la Primera A. Lamentablemente, el fútbol se gana con goles y no solo con discursos técnicos y tácticos. La hinchada quiere resultados y no solo explicaciones.