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OPINIÓN

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Elecciones y Mujer

A partir del contrato social, el mundo político masculino construyó una representación femenina que se relegó a lo privado, como una forma de exclusión por ser la mujer considerada carente de razón, siendo los hombres los que conformaron el pacto social, por ella la realidad actual en materia de políticas públicas no evidencia nuestras necesidades en las decisiones país.

Frente a esa realidad, el movimiento feminista en Chile, se ha posicionado como motor de cambios estructurales, y el reciente logro en la lucha de los derechos de la mujer está dado por la dictación de la ley de paridad de género, y el procedimiento que permite asegurar la representación.

Esta novedosa forma de asegurar paridad de género, seguramente será observada por ciudadanas y ciudadanos de otros países que estarán reflexionando y preguntándose al igual que nosotros/as ¿será la paridad política la clave indispensable para que las mujeres contribuyamos en la toma de decisiones?, mientras que una minoría se pregunta ¿para qué legislar sobre estas materias? a estos últimos, debemos responder que la inexistencia de diversificación en la discusión y toma de decisiones, produce una altísima probabilidad que los intereses traducidos en políticas públicas, representen a un solo grupo en desmedro del otro, es decir, promueve la invisibilización de los grupos excluidos históricamente, en nuestro caso, las mujeres en el ámbito sociopolítico.

Se advierte de los objetivos de la ley, un avance en la mejora de la representatividad (derecho a participar en igualdad de condiciones) permitiendo priorizar materias sensibles y trascendentales para el conjunto de la sociedad, reducir desigualdades y transformar las relaciones de poder, pues una correcta y equilibrada distribución de este, impactará en el reconocimiento, respeto y promoción de los derechos humanos específicos de las mujeres por ejemplo vivir una vida libre de violencia, alcanzar la igualdad salarial y protección social, la corresponsabilidad social, el reconocimiento del valor del trabajo doméstico y las labores de cuidados sin discriminación por razones de género. No obstante, la paridad de género, no garantiza una auténtica "masa crítica" en el proceso constituyente, pues aún existen mujeres que no permiten sumar en la lucha de la erradicación de la discriminación y la violencia por los estereotipos y perjuicios que han incorporado en el medio social en que se desarrollaron como seres sociales y de los que no son capaces de desprenderse. En palabras de Marcela Lagarde: "En cumplimiento de la feminidad las mujeres actuamos dobles papeles y tenemos dobles posiciones: como sujetos de la opresión y como vigías del cumplimiento del designio patriarcal, femenino y masculino. El mandato funciona tan bien que en la soledad cada mujer es vigilante y censora de sí misma y ha asumido el sentido patriarcal de su vida: no sabe ser de otra manera, no se atreve a serlo".

Debemos reconocer, que este avance no es otra cosa que la articulación del mundo femenino, la existencia de grupos feministas, mujeres cohesionadas y hombres comprometidos con el valor de la dignidad, que hicieron posible este proceso inédito en que las mujeres conformaran el órgano que dará vida al nuevo pacto social, donde el concepto se encamina a "la igualdad en la diferencia", es decir, la redefinición de lo político se hará desde lo femenino puesto que no solo comprende la inclusión de la mujer, sino que implica revisión de las bases y estructuras esenciales sobre las cuales se ha construido la política en nuestro país.

A partir de estas elecciones, las mujeres nos haremos presentes y nunca más, se volverá a legislar sin que podamos tener un lugar en la mesa en que se adoptan las decisiones que contribuirán al proceso de modernización y democratización, donde por primera vez en la historia, el interés femenino estará representado en las cuestiones sociopolíticas y de relevancia que nos permitirán alcanzar una sociedad más justa, igualitaria e inclusiva.

Debemos mirar este hito como la oportunidad de fortalecer la democracia y dar legitimidad al proceso constituyente, necesario e indispensable en un Chile en que las mujeres constituimos el 51% de la población, no siendo admisible que en el futuro se adopten decisiones en políticas sociales, educacionales, sanitarias, legales y económicas carentes de perspectivas de género y enfoque intersectorial, solo así se alcanzará una verdadera transformación social y podremos afirmar con orgullo que en el nuevo Chile hombres y mujeres son iguales ante la ley.

"A partir de estas elecciones, las mujeres nos haremos presentes y nunca más, se volverá a legislar sin que podamos tener un lugar...".

Carolina Arancibia López,

académica de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas Universidad Arturo Prat

Un gran desafío

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Este 15 y 16 de mayo hemos sido parte de un proceso eleccionario muy importante y a la vez muy complejo. Por primera vez se desarrolla en nuestro país una elección en dos días y además en medio de una pandemia. Ha sido sin duda un gran desafío que se ha cumplido amplia y satisfactoriamente y que demuestra la madurez de nuestra democracia, que muchas veces y por otros actos irresponsables se pone en riesgo, pero que hoy se ha visto fortalecida.

Y decíamos que estas elecciones también eran muy importantes, pues elegíamos por primera vez gobernadores regionales, comenzando un proceso de descentralización, tal vez no como nos hubiera gustado, pues partimos eligiendo a la primera autoridad regional sin antes tener claro cuáles serán sus atribuciones y con qué recursos contará. Iniciamos así, un proceso que esperamos sea sin retorno, pero que debe necesariamente mejorarse y perfeccionarse en el camino, sino no tiene un buen futuro lamentablemente.

El poder ejecutivo y el legislativo, tienen la obligación de mejorar en forma urgente la legislación que han dictado para este proceso, que estas nuevas autoridades regionales puedan efectivamente cumplir con el rol descentralizador que las inspira, y de la misma manera, puedan también cumplir con las expectativas que la ciudadanía espera de ellas, lo que hoy a la luz de la legislación existente será muy difícil.

Ser capaces de que todos aprendamos a desarrollar y a construir nuestro país desde las regiones es el sueño de todos aquellos que creemos en la descentralización, tenemos y queremos alcanzar, pero queremos hacerlo, al menos así yo lo estimo, en un estado unitario.

También es relevante este proceso eleccionario, elegimos a los constituyentes que redactarán la nueva constitución que regirá los destinos de nuestro querido país. Esta es sin duda la elección más importante de los últimos años, por lo que representa y por lo que puede significar para la región y para el país, pues es nuestra constitución, la que establece las normas primordiales, los principios y valores que nos rigen y en los que creemos. Los derechos fundamentales de las personas y que siempre deben ser respetados, en fin, las reglas más importantes, el rayado de cancha de nuestra sociedad, nuestra institucionalidad, la forma que elegimos para regirnos y desarrollarnos como Estado, como gobierno.

Claramente, existen distintas visiones de qué debiera contener esta Constitución y la futura convención constituyente electa, se deberá decidir cómo y hacia dónde queremos llevar el país. No existe sin embargo, una determinada visión que pueda imponerse por si misma, eso significa que deberán conversar y llegar a acuerdos, acuerdos que esperamos vayan en beneficios de Chile y de todos sus habitantes; que sea este el fin que inspire y guíe a esos constituyentes; la buena fe y el amor por Chile, sin mezquindades políticas es lo que debe primar, es esa la única forma que salgamos, como sociedad y país, fortalecidos y no derrotados de este proceso de nueva constitución.

"Iniciamos así, un proceso que esperamos sea sin retorno, pero que debe necesariamente mejorarse y perfeccionarse en el camino, sino no tiene un buen futuro lamentablemente".

Luz Ebensperger Orrego,

senadora por Tarapacá