OPINIÓN
Síndrome del impostor
Cuando nos referimos a síndrome, generalmente hablamos sobre una patología la cual se define a través de síntomas que pueden o no ser visibles. Si bien el síndrome del impostor no está reconocido con criterios clínicos aún en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), se presenta en gran parte de la población como una alteración en el funcionamiento psicológico normal y que altera en gran parte la seguridad en sí mismo, el autoestima y desarrollo personal.
En algunos casos podemos identificar este padecimiento por medio de creencias o sentimientos sobre sí mismo que se relacionan con ideas de inferioridad, baja autovalía y capacidad de lograr ciertas cosas. Cuando las personas desarrollan creencias de no estar preparado para algo o sentirse incompetente respecto alguna tarea en el trabajo y más bien, atribuyen los buenos resultados a la suerte o al azar, podemos hablar de síndrome del impostor.
En estos casos, las personas no son conscientes de su éxito, principalmente porque el autoconcepto no está definido e integrado en su totalidad con aquellas fortalezas que le han permitido obtener buenos resultados; es entonces cuando la ansiedad y el miedo a ser "descubierto", toma protagonismo.
Generalmente podemos identificar este síndrome, en aquellas personas con un elevado nivel de autocrítica o auto exigencia, donde cualquier logro, elogio o reconocimiento, no es atribuido como el resultado de su esfuerzo, constancia o profesionalismo, si no más bien, a factores externos.
¿Podemos dejar de sentir que somos el impostor? La buena noticia es que sí, y como cada proceso en salud mental, lograr cambios requiere trabajo. Para lograrlo, el acompañamiento y psicoterapia con la ayuda de un profesional, son uno de los principales ejes para lograr cambios en patrones cognitivos, creencias limitantes y autoconcepto.
Por otro lado, se pueden realizar pequeños cambios en la rutina diaria, como dar las gracias cuando se recibe un elogio, identificar nuestras fortalezas y oportunidades de mejora, reconocer aquellos logros que han costado trabajo o tiempo y sobre todo, desarrollar la autocompasión por medio de un diálogo interior cariñoso, amable y nutrido de afecto.
"En estos casos, las personas no son conscientes de su éxito".
Piera Lusso, Psicóloga