En medio de la contingencia provocada por el coronavirus, esta semana se celebró una fecha que debe llevarnos a reflexionar sobre el estado de unos de los mayores recursos del planeta. En 2008 y producto de una iniciativa canadiense, la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el 8 de junio como el Día del Mundial Océano.

Hace siglos sabemos que el océano cubre el 70% de la superficie del planeta y su aporte a la biodiversidad es inmensa, de hecho, gracias a su existencia es posible sustentar la vida, toda vez que además de permitirnos el sustento alimentario, produce cerca de la mitad del oxígeno de la Tierra. Entre sus múltiples funciones, también es una pieza fundamental para el transporte y puede generar buena parte de la energía que hoy demandan las actividades humanas.

Según datos de la ONU, "el océano es la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en todo el mundo. Además, es clave para nuestra economía, ya que se estima que, para 2030, habrá en torno a 40 millones de trabajadores en todo el sector relacionado con los océanos".

Así, podríamos utilizar muchas líneas para describir su trascendencia, tanto desde el punto de vista biológico como social. Sin embargo y pese a todos estos argumentos, a través de los años la humanidad ha ido generando una serie de daños en este riquísimo ecosistema y poco a poco se han ido agotando sus recursos, algo que las futuras generaciones podrían pagar muy caro.

Los científicos dan cuenta casi la totalidad de las especies que habitan en esta enorme área ya sufrieron las consecuencias de la intervención del hombre y más del 50% de las superficies de coral están destruidas, es decir, a lo largo de la historia su explotación ha sido desmesurada.

Pese a las medidas que buscan reducir estos daños, es importante seguir avanzando en una legislación que apunte a proteger este enorme recurso natural, clave para el país y hábitat para innumerables especies que deben convivir con millones de toneladas de basura que año a año terminan en el fondo marino.

Educar a las nuevas generaciones en este tema también es fundamental, pero lo más importante es hacerlo también mediante el ejemplo.

"Hábitat para innumerables especies que deben convivir con millones de toneladas de basura".

De acuerdo a los últimos resultados presentados por El Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), sobre los efectos de la pandemia de COVID-19 en el consumo de diversas sustancias, se detectó un incremento en el consumo de medicamentos sin receta médica, aumentando en 8,8 puntos porcentuales con respecto al año 2020.

Los encuestados reportaron que la principal causa de la automedicación fue el estrés y depresión que genera la pandemia. Esto también ha sido informado en otros estudios como el realizado por el Centro de Información Toxicológica de la UC, que señaló que la automedicación es un problema nacional, pues los fármacos son la primera causa de intoxicación en el país con un 58%. Los medicamentos de los que más se abusa son los analgésicos, los antibióticos, los antiinflamatorios y los tranquilizantes.

Estos resultados deben ser analizados con cautela y buscar estrategias que eviten el uso inapropiado de los medicamentos, no se debe olvidar que estos son la principal herramienta terapéutica con la que se cuenta para el tratamiento de los pacientes, sin embargo, a pesar de los efectos beneficiosos, también implica una serie de riesgos para la salud que en la mayoría de los casos son desconocidos por los ciudadanos.

La automedicación con fármacos, que por ley deben ser dispensados con una receta médica, como el caso de las benzodiazepinas y el tramadol, puede generar problemas mayores para la salud de las personas.

Entre los riesgos de esta práctica, se encuentra la dependencia, las intoxicaciones, los efectos adversos, el agravamiento de una enfermedad al enmascarar síntomas, interacciones con otros medicamentos y alimentos que aumentan o disminuyen el efecto, la resistencia a los antibióticos, y finalmente un aumento del gasto de bolsillo. Los peligros también aumentan cuando los medicamentos son adquiridos de manera ilegal, en establecimientos no autorizados para su venta, pudiendo adquirir y consumir medicamentos adulterados, vencidos o falsificados.

Parte importante de la solución a este problema es la educación a la población sobre el uso correcto de los medicamentos.

"Entre los riesgos de esta práctica, se encuentra la dependencia, las intoxicaciones".

Marcela Pezzani Valenzuela, Directora Escuela Química y Farmacia Universidad San Sebastián.

Menos de mil rezagados han asistido al proceso especial de vacunación para este grupo en Tarapacá. Es lamentable que el número de personas que no están inoculadas sea tan alto en una región que lo ha pasado mal con la pandemia.

Marejadas

Es importante tomar los resguardos necesarios para evitar accidentes a causa de las marejadas. Aunque sin duda el fenómeno llama la atención de muchos, es un peligro acercarse mucho. Hay que comprender que el llamado de las autoridades es a prevenir.

Peligrosa distración

Es importante que las personas dejen de utilizar el teléfono mientras manejan. Si bien ya era peligroso que condujeran mientras hablaban, con los nuevos aparatos algunos hasta miran las redes sociales. Un descuido al volante puede ser fatal.