Movilidad urbana sostenible
La movilidad está entendida como la "materialización de la necesidad física de conexión de los ciudadanos". En ella, la movilidad urbana surge como el flujo de desplazamientos que resuelven esta necesidad, sirviéndose de las redes existentes en activa relación con la planificación espacial que las soporta.
El transporte, por otra parte, es la "materialización de parte de esta necesidad, usando vehículos impulsados por el consumo de energía y a través de una infraestructura.
En otras palabras, "movilidad urbana", no tiene que ver exclusivamente con las fórmulas utilizadas para lograr que un automóvil llegue a cada punto de una ciudad. Sino de que sus potenciales pasajeros, logren experimentar estos recorridos, mediante diversas modalidades, y sin dificultad.
Pero, desde su invención y a lo largo de su progresivo uso masivo, el automóvil y, particularmente, el de uso privado, se ha perpetuado como la solución maestra para conectar una ciudad. Así, de callecitas de tierra que recibían el paso de carrozas impulsadas por caballos, evolucionamos a las supercarreteras. De un asentamiento humano peatonal, nos transformamos en una urbe para los autos. En Iquique, este privilegiado medio de transporte, es nada menos, que Su Majestad, el vehículo motorizado personal.
El calentamiento global impulsó con urgencia la Agenda ONU 2030 con sus 17 objetivos y entre ellos, el número 11, busca consolidar "Ciudades y comunidades sostenibles". Pero no hay ciudades sostenibles, sin movilidad urbana sostenible, por ello, es necesario plantearnos nuevas formas de ser y hacer ciudad. Y esto, en nuestro Iquique, supone quitarle el título de nobleza a los automóviles personales. Fácilmente renovables y acumulables, atiborran las vías de especies abandonadas o incorrectamente estacionadas y generan atascos de metrópoli, en una superficie que nos supera los 200 mil habitantes y los 10 km. de longitud. ¿Qué hacer? Aún la ciudad mejor resuelta en un plano, no será sostenible si su movilidad se resuelve desde lo individual y sin contratos sociales que sustenten su funcionamiento.
Por eso, aquí un par de ejemplos desde la intermodalidad: ciclovías respetadas, que involucran contar con espacios de circulación libres y seguros, sin riesgos de caída, interrupción del trayecto por obstáculos arbitrariamente dispuestos (majestades estacionadas) y sin peligro de atropello. Transporte público efectivo, uno con paraderos accesibles en los que, con certeza, los autobuses y colectivos paren (y te lleven).
No todo se trata de modificar la infraestructura urbana, sino también la mental, que rige nuestras acciones. Lo sostenible, tiene mucho de cambio cultural.
"No hay ciudades sostenibles, sin movilidad urbana sostenible".
Gissel Godoy Riquelme, arquitecta-MBA