En tiempos en que enfrentamos una nueva normalidad, en medio de la pandemia mundial que aún nos afecta, toma fuerza una preocupación para los especialistas, que se ha hecho sentir durante los últimos meses: recuperar a los pacientes cardíacos o con enfermedades cardiovasculares, quienes por diversas razones no acudieron a sus controles médicos durante las cuarentenas.

La disminución de las consultas por emergencias cardiovasculares superó el 50% respecto de tiempos normales, lo que no significó que hubiese menos enfermos. Por lo tanto, es importante estimular a la población a consultar en los centros de salud, en especial en los servicios de urgencia, en caso de presentar síntomas de infarto.

La recomendación es que si el paciente presenta señales de alerta, tales como dolor en el pecho, que se irradia a uno o ambos brazos, cuello o mandíbula, nauseas, fatiga o ahogo, se acerque rápidamente a un centro de salud, especialmente, si padece de hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, obesidad, sedentarismo, estrés, depresión, cardiopatía coronaria o insuficiencia cardíaca, entre otras patologías, que representan los principales factores de riesgo cardiovascular en los chilenos.

En este tiempo, hemos recibido a pacientes con infarto agudo de miocardio, que consultan transcurridas más de 24 horas desde inicio del dolor, cuando lo esencial para salvar al músculo cardíaco es tratar el infarto antes de 3 horas desde aparecidos los síntomas.

En el Mes del Corazón, la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, junto a su Fundación SOCHICAR, invita a toda la comunidad a tomar atención a las señales mencionadas y, con más fuerza, a prevenir las enfermedades cardiovasculares. Esto se logra siguiendo simples pasos, como alimentarse adecuadamente, eliminar el consumo de tabaco y alcohol, y realizar ejercicio al menos tres veces a la semana, durante 45 minutos. Cuidar el corazón es más fácil de lo que cree y está en sus manos ayudarlo a vivir muchos años.

"La disminución de las consultas por emergencias cardiovasculares superó el 50% respecto de tiempos normales, lo que no significó que hubiese menos enfermos".

Dra. María Virginia Araya,, cardióloga,, miembro de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.

Esta semana, la Corte Suprema dictaminó que los canales de TV abierta, con alta sintonía a nivel nacional, deberán subtitular y poner lengua de señas a las noticias relacionadas con el Covid-19 y la pandemia en general.

Esta medida es un avance que contribuye a disminuir la brecha entre los canales informativos y la comunidad de personas sordas o con pérdida auditiva. Sin embargo, aún existen algunos desafíos para avanzar en esta materia.

Un antecedente importante en esta línea es que en enero de 2021 fue publicada la Ley N° 21.303, texto que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social, reconociendo a la lengua de señas como el lenguaje oficial de las personas sordas. ¿Qué oportunidades nos abre esto? A mi juicio, como profesional del área fonoaudiológica, muchas y muy valiosas en materia de inclusión en integración.

El dictamen del máximo tribunal es la antesala de una escalera con varios peldaños, muchos de ellos, aún por construir. Uno obvio tras esta resolución es ¿por qué no extenderlo a las noticias de toda la franja informativa? Asimismo, ¿por qué no incorporarlo a programas de entretención y culturales?

La promoción este sistema de comunicación en servicios públicos y privados, en comercios y retail, es otro gran desafío. El peldaño por construir en este caso es el soporte y apoyo en estos espacios, el que se logra a través de funcionarios y/o trabajadores capacitados para la comunicación con miembros de la comunidad sorda. Es más, amparada en el marco de esta ley, dicha capacitación deberá ser ejercida por una persona sorda capacitada.

A nivel comunitario, es urgente instalar una cultura que acoja a quienes no pueden escuchar o tienen dificultades auditivas. Aprender lengua de señas, socializarla y compartirla en el día a día en unidades vecinales, los barrios y nuestros círculos, genera impactos positivos mayores, que avanzan en beneficio de todos. Sin ir más lejos, la información vinculada a la pandemia comunicada con lengua de señas en un medio masivo como la televisión, repercute en un tema de salud pública que nos atañe a todos como sociedad, y cuya urgencia, dada la magnitud de esta crisis sanitaria, no puede esperar.

Juan López Sanhueza,

académico de Fonoaudiología

Universidad San Sebastián

Es muy sencillo que, al abordar la complicada situación climática que estamos viviendo, la responsabilidad de estos fenómenos se difuminen entre la sociedad. En otras palabras es mas fácil culpar a la industria de la moda, pero nada que decir respecto a las miles de personas que repletan las tiendas de ropa; es mejor condenar a las empresas que generan Co2, pero ¿para que usar el transporte público o usar la bicicleta, si puedo ir en auto?; y mejor ni hablar de las compañías agrícolas en el norte que usan tanta agua, pero aún así seguimos llenando la piscina en verano.

No quiero minimizar las responsabilidades de muchas compañías que contaminan o intervienen el medio sin remordimiento alguno, pero si pretendemos cambiar el mundo, primero debemos cambiar nosotros y nuestro estilo de vida. Eso se llama responsabilidad individual.

Agustín Soto,

Fundación para el Progreso