El legado del conocimiento
Un 18 de noviembre de 1962 fallece el reconocido físico Niels Bohr. Aunque tal vez algunos no lo reconozcan, seguramente habrán escuchado del modelo atómico de Bohr, donde tenemos un núcleo de carga positiva y electrones moviéndose a su alrededor en órbitas circulares específicas bien definidas y estables. Aunque este modelo hoy en día ya está descartado por los avances en el entendimiento de la mecánica cuántica, fue el punto de partida para la introducción de la cuantización del átomo, ganando el Premio Nobel de Física en 1922 al explicar aspectos fundamentales de la materia y la radiación.
Para diseñar su modelo usó de referencia los fenómenos cuánticos conocidos de la época y sus efectos sobre la materia, pero lo fundamental fue el trabajo realizado por uno de sus maestros, Ernest Rutherford (Nobel de Química 1908), quien fue el primero en plantear un modelo planetario del átomo al descubrir el núcleo atómico. Por un lado, Rutherford demostró la forma real de la estructura atómica y Bohr demostró su estabilidad, además de introducir los fundamentos sobre el futuro de la física del átomo.
El legado de Ernest Rutherford es muy amplio, considerándose como uno de los científicos más importantes de la historia, pero no solo por sus propias investigaciones, sino por la dirección que brindó a nuevas generaciones de científicos, siendo Niels Bohr uno de los más reconocidos. Del mismo modo, el legado de Bohr se trasmitió a otras generaciones en el debate con otros científicos, como Albert Einstein, lo cual favoreció y enriqueció la formación de nuevas redes de colaboración internacionales a principios del siglo XX y un ambiente propicio para el desarrollo de nuevos científicos, siendo solo afectado por el surgimiento de la guerra.
La relación entre mentor y pupilo (maestro/discípulo) es única, creando lazos que van más allá de lo laboral y que quedan grabadas en la mente, a tal punto que definen en gran medida lo que somos y nuestra forma de pensar. Por lo que tener un buen maestro es vital para nuestra formación como personas; también el ser un buen maestro es igualmente importante. Así que les invito a preguntarse ¿qué cosa, buena y mala, he aprendido de mis maestros/padres/mayores? ¿Quiero que eso sea parte de lo que me define? ¿Cómo he sido con mi aprendiz/hijos/menores? ¿Quiero que eso sea mi legado? Siempre debemos aspirar a ser (y formar) las mejores personas posibles. Ese es el legado del conocimiento.
"Siempre debemos aspirar a ser (y formar) las mejores personas posibles".
Pablo E. González Villarroel, astrofísico, Universidad de Tarapacá. Explora Tarapacá