El presente año ha registrado un significativo aumento del valor de los fletes marítimos el cual también ha influido en el incremento de los precios de los productos en Chile; un efecto colateral directo de la pandemia. Pero ¿cómo llegamos a esto? Principalmente debido a la cancelación de servicios navieros, cambios de itinerario, aumento de demanda de productos asociados al teletrabajo y desabastecimiento a causa de las cuarentenas en los sectores productivos. Este cambio en el flujo comercial generó un desajuste entre el incremento de la demanda y la reducción de la oferta de contenedores para el transporte naviero, llevándonos al aumento histórico de sus tarifas a nivel mundial.

De acuerdo con la última edición del Review Maritime Transport 2021 de la United Nations Conference on Trade and Development (Unctad), la recuperación de la economía está amenazada por las elevadas tarifas, las cuales pasaron de un promedio de US$4,800 a US$ 21.000 en casi un año y medio.

¿Por qué esto es importante? La Unctad indica que el alza en los fletes ha aumentado los precios de importación y finalmente terminará subiendo los precios al consumidor, llegando en algunos casos al desabastecimiento de ciertos productos.

La solución, según el propio organismo de la ONU, es invertir en nuevas soluciones, incluida la infraestructura, la tecnología de transporte y la digitalización, así como en medidas de facilitación del comercio.

En este contexto, el rol del Consorcio Logístico-Comercial de Tarapacá cobra mayor relevancia. Por ello, el 2022, esperamos avanzar en la materialización de la cartera de proyectos pensada y planificada para posicionar al puerto de Iquique y a la región de Tarapacá en un nuevo estándar de eficiencia logística, resultando en esto vital el objetivo de apalancar los recursos que hagan posible su ejecución. En este plan destacan los programas de: trazabilidad de carga, capacitación a distancia y desarrollo de capital humano, desarrollo de proveedores para pymes y una campaña de promoción comercial.

Buscamos eficientar la cadena logística y contribuir a abaratar los costos para la industria local y, en consecuencia, la comunidad, en un contexto que nos exige navegar un escenario incierto y con la pandemia sin fecha clara de término aún. Los buenos resultados que el trabajo público y privado han traído estos años son la base para seguir construyendo. Ad portas de un elección presidencial e independiente de los resultados y posiciones, hoy Tarapacá enfrenta un momento complejo, pero también con grandes oportunidades de avanzar hacia el desarrollo para el bien común. La única forma de hacerlo es trabajando en conjunto y uniendo todas las voluntades locales, para transformar acciones directas en beneficio de la comunidad.

"Buscamos eficientar la cadena logística y contribuir a abaratar los costos".

Andrea Fuchslocher,, presidenta directorio EPI

Tomando en cuenta que el miércoles 8 de diciembre se celebró a quienes ejercen la psicología, no podemos dejar pasar la labor que han llevado a cabo respecto a los problemas de salud mental que hemos visto como efecto de la pandemia y su correlación con el mal dormir.

El último estudio "Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC" revela que entre un 65% y un 90% de pacientes adultos que presentaron síntomas de depresión padece algún trastorno de sueño. Además, el insomnio aqueja a quienes sufren de trastorno de bipolaridad y de ansiedad, con una fuerte influencia en el estado de ánimo.

Hoy Chile se encuentra por debajo del promedio mundial de gasto público en torno a la salud mental, por lo que no sólo llamamos a las autoridades electas, o por ser elegidas, a tomar las riendas en el asunto, sino que a todos quienes somos parte de esta sociedad a realizar cambios sustanciales en nuestro entorno, para que estos problemas no sigan acrecentándose y prevengamos juntos la aparición de enfermedades que afectan nuestra calidad de vida.

Rodrigo Gajardo

El mundo de la izquierda democrática tiene un problema con el concepto de orden. Parece que hablar de orden fuese algo contrario a las ideas progresistas. Mi propósito en estas líneas es señalar que no es así, y que el orden es necesario como ejercicio de disciplina para lograr una sociedad más justa, igualitaria, libre y sostenible.

Escuchar la radio, leer las redes sociales y hablar con la gente en la calle nos permite concluir con un concepto común: "Aquí está el despelote". Las calles, la basura, la seguridad, la migración, los estacionamientos, la atención en las instituciones. Todo parece estar patas para arriba, según la opinión de cientos de personas que manifiestan a diario su descontento.

En respuesta a los problemas y el desorden, las izquierdas (antiguas y nuevas) no logran hacerse cargo de lo que pasa. Así lo vivimos en la plaza Brasil, donde finalmente fueron los vecinos los que tuvieron que hacer el trabajo que otros no lograron concretar, visibilizar un conflicto evidente entre las personas migrantes y la comunidad residente.

Lo contrario al orden es el desorden, y esto no puede ser patrimonio de un sólo sector político, debe ser de todos quienes aspiran a construir sociedades más humanas, con desarrollo económico y cuidado del medio ambiente.

Debemos recuperar y apropiarnos del concepto de orden, porque sin orden no es posible conducir las soluciones en los diversos temas que la gente demanda. No escuchar lo que el ciudadano común y corriente nos exige es un error. No se trata de buenísimo, sino que debemos entender que las y los ciudadanos pagan para que su ciudad y Región se gestionen de mejor manera.

Las personas tienen derecho a reclamar por aquello que pagan, que contribuyen día a día con sus impuestos. No es posible avanzar sin antes ordenar, y este concepto no puede ser ajeno. Orden no significa violencia, significa estabilidad, significa certeza, significa paz. Hasta las mayores transformaciones deben tener trazado un camino ordenado.

Aspiro a que construyamos un proyecto de ciudad, de región y de país que diga sin complejo alguno que el orden es necesario para que construyamos una sociedad más justa que respete las libertades, y cree desarrollo para las personas y sus familias. Sin ponerle otras etiquetas, sin avergonzarse. Es necesario decir con claridad que no podemos seguir dejando que "hagan lo que quieran", porque vivir en comunidad implica respetar los derechos y deberes del otro, y para que todo eso pase se requiere establecer un orden inteligente.

Gonzalo Prieto

sociólogo