Una crisis que no se detiene
El martes 25 de enero la región se conmocionó ante el violento ataque que sufrió una pareja de Carabineros que intentó fiscalizar a un grupo de personas extranjeras en el sector de Playa Cavancha. El episodio decantó en una serie de manifestaciones que exigieron mayor seguridad y un control más eficaz ante la extensa crisis migratoria que afecta a la zona norte del país.
Tras las movilizaciones se efectuaron varias reuniones entre el ministro del Interior, autoridades locales y gremios, donde el gobierno se comprometió a fortalecer la dotación policial y a desarrollar un plan de intervención focalizado en los barrios y espacios públicos como el borde costero. No obstante, el jueves la problemática recrudeció una vez más luego del asesinato de un camionero en la región de Antofagasta, donde las investigaciones apuntan a personas con ingreso irregular al país como presuntos autores del homicidio, algo que deberá establecer la justicia.
Tal como se advirtió anteriormente, la crisis migratoria que afecta al norte -y en particular a la región de Tarapacá- no se resolverá solo con más dotación policial, toda vez que se trata de una situación mucho más compleja, en la que intervienen diversos factores y donde, evidentemente, se requiere incluso de un trabajo internacional, especialmente con los países vecinos.
El momento que vive esta crisis es todavía más complejo si se considera que el actual gobierno está a menos de un mes de dejar la administración del país para dar paso a una nueva coalición, lo que finalmente termina por generar mayor incertidumbre en la ciudadanía.
Aunque se han generado algunas medidas como la implementación de albergues transitorios, es claro que las soluciones para hacer frente a esta crisis no han estado a la altura y han llegado tarde. La situación se arrastra hace más de un año, lo que ha ocasionado un enorme deterioro en la calidad de vida de los vecinos, quienes evidentemente exigen vivir en paz.
Con todo, es urgente trabajar en una política de Estado, donde se dejen atrás los particulares intereses políticos y se anteponga el bienestar de los ciudadanos, sin dejar de lado las acciones humanitarias que demanda este éxodo, que probablemente no se detendrá de un día para otro.
El escenario actual es crítico, pero incluso podría ser más grave si no se desarrollan acciones más robustas.
"Las soluciones para hacer frente a esta crisis no han estado a la altura y han llegado tarde".