Starman
Cuando Felipe Suazo González, fue consultado sobre su nombre, para bordarlo en la solapa de su traje de entrenamiento en la Nasa, pidió que incluyeran el apellido de su madre. Los estadounidenses, al leer su identificación, creían que "Suazo" era su segundo nombre, por lo que, al llamarlo, le decían "González". Así fue como nuestro primer astronauta análogo iquiqueño, honró a Bernarda, la mujer que le dio la vida y quien lo ha acompañado incondicionalmente en este camino con conquistar un sueño que parecía inalcanzable y que hoy es completamente real.
Hace dos días, en un encuentro de emprendedores en torno a la ciencia y la cultura, me encontré con Felipe. Expuso su historia al público y habló de eso que todos queremos escuchar: qué se siente ser astronauta. Más tarde, se unió a nuestra mesa y en una conversación con matices más íntimos, nos fue revelando, a quienes lo escuchábamos con creciente admiración, sobre el camino familiar que lo condujo a ser un astronauta. Mientras su madre trabajaba y estudiaba, él se hacía cargo de su hermana menor, colaborando también con los quehaceres domésticos y del colegio. Tuvo que congelar sus estudios universitarios para concretar esa ayuda, y lejos de sentir que ese tiempo fue una pérdida para él, argumentó que era necesario. "Mi madre, es una mujer con un gran potencial y merecía esta oportunidad para explotarlo y explorar otros roles distintos a la maternidad. Y para que eso fuera posible, teníamos que compartir las tareas del hogar". Cada palabra de Felipe iba resonando con alegría y emoción en mí, porque tengo la fortuna de conocer a Bernarda desde el colegio y mis recuerdos de ella, son los de una niña bondadosa, noble, alegre y excelente estudiante. Pero también porque la lógica que explicaba con tanta naturalidad, es la lucha constante que hemos venido librando las mujeres del mundo por instalar la corresponsabilidad como la forma justa de coexistir en los espacios de lo familiar. Independientemente de quienes conformen ese núcleo.
En tiempos revueltos en los que nos hemos visto agotados por tantas muestras de egoísta individualismo, apareció un hombre de las estrellas, flotando en el cielo con un mensaje de esperanza, diciéndonos que pensarnos desde lo colectivo, sí es posible y con muy buenos resultados. ¿Qué surge de una familia que trabaja en equipo, erradica los roles de género y permite que las oportunidades sean un derecho de todos sus integrantes? Pues se gesta una madre trabajadora, profesional y plena y nace un hijo astronauta.
"En tiempo revueltos en los que nos hemos visto agotados (...) apareció un hombre de las estrellas (...) con un mensaje de esperanza".
Gissel Godoy,, arquitecta-MBA