¡Alto al fuego!
Debe hacer un alto, mi capitán.
Sí que estoy cansado, no puedo más.
Alerta, cúbrase, al terraplén.
Alerta estoy, más cúbrete tú también.
Di, soldado, de dónde eres tú.
Del país vecino que hay más al sur.
Y por el río, pasa la frontera
la orilla blanca, la orilla negra
y sobre el puente veo una bandera
mas no es la misma que está en mi corazón.
De los míos, creo, no debes ser.
Por mi uniforme lo puede ver.
No sé, mis ojos ya están sin luz
me han herido y tal vez fuiste tú.
Triste es el destino, mi capitán,
mientras hayan guerras no cambiará.
En la colina silba la metralla
la hierba verde está quemada
y por el río continúa la batalla
nosotros dos ya llegamos al final.
Tengo que marcharme, mi capitán.
Voy contigo, no me querrás dejar.
No te abandonaré, lo sabes ya
que vamos juntos para la eternidad.
Todo ha pasado, hay paz en la frontera
en la orilla blanca, en la orilla negra,
pero alguien llora y se desespera
gritando un nombre que no responderá.
Debe hacer un alto, mi capitán.
Sí, que estoy cansado, no puedo más.
Letra de la canción que interpretara Iva Zanicchi, una primera vez, en los años setenta, con el título "La riva bianca, la riva nera". En estos aciagos días de incertidumbre mundial y de mayores tribulaciones para los ucranianos, se nos ha venido a la memoria esta canción en la versión española "La orilla blanca, la orilla negra". Leerla, escucharla una vez, dos, tres veces, tararearla quizás, nos transporta mínimamente a Kiev, Lugansk, Donetsk, Járkov, Odesa, Jerson, Nikoláyev, Kramatorsk, Chernígov, Jmelnitsky, Ivano-Frankivsk, Mariúpol, Leópolis o Zaporiyia, sin embargo, de ningún modo a vivir, sentir como un ucraniano o una familia ucraniana.
¡Alto al fuego!
No a la guerra, no a la invasión, no al ataque no justificado, como quiera llamársele. Es urgente un llamado al cese al fuego, un cese a la confrontación armada.
¡Alto al fuego!
Sea dicho en español, inglés, alemán, francés, ucraniano, ruso o chino, es una petición, un ruego, una solicitud, una demanda ¡ur-gen-te!, imperiosa, de toda humanidad, de la mayor humanidad.
"No a la guerra, no a la invasión, no al ataque no justificado, como quiera llamársele".
Raúl Caamaño Matamala, Profesor, Universidad Católica de Temuco