El pasado fin de semana fue el Día del padre, celebración que está marcada por la masculinidad en todos sus sentidos, enfocada en los hombres, celebrando la procreación dejando de lado el foco en este sentido y entregando regalos a los padres en mayor medida de relajo que de cuidado.

La captura de la masculinidad sobre la paternidad es compleja dando al padre el rol de proveedor, entregando en ello el éxito de su función como papá, dando por sentada dicha situación sin importar el tipo o condición de trabajo que realice y de no ser suficiente en términos pecuniarios debe buscar otras fuentes de ingreso aun a riesgo de su salud y pérdida de tiempo con la familia. Sin embargo, hoy en día la figura de la paternidad se ha ido actualizando de a poco, conforme se desarrolla la sociedad, con una generación nueva de padres más presentes, compartiendo labores de crianza y del hogar, asistiendo a reuniones de apoderado, cambiando pañales, haciendo tareas, cocinando para la familia, bailando, jugando, riendo y llorando, conteniendo, es decir paternando.

En este sentido, no hay que desmerecer la paternidad clásica, nuestros padres y abuelos crecieron bajo la figura de un padre ausente, osco y proveedor, donde el cariño y cuidado era dado por la madre, el padre en ese tiempo administraba orden, si es que estaban. Por ende, en vez de pedirles que cambien, cambiemos nosotros a través del cariño, preocupación y ejemplo, cuidémoslos, querámoslos y rescatemos los esfuerzos que realizaron por nosotros con sus limitaciones, ya que nadie nos enseña a ser padres.

Recordemos que padre no es que el engendra, sino el que cría, no olvidando en este paso a todas las figuras paternas que suplen a quienes no ejercen la paternidad: hermanos mayores, primos, tíos, abuelos y tantas madres que deben suplir todos los roles.

En el Día del Padre, a futuro celebre a quien deba, abrace a quien pueda y agradezca los cuidados a quien se los entregó. Por último, como la masculinidad atraviesa la paternidad, no dejemos que esta la capture, usted le puede regalar flores a su padre ahora y no esperar a llevárselas cuando no las pueda disfrutar.

"Recordemos que el padre no es el que engendra, sino el que cría, no olvidando en este paso a todas las figuras paternas que suplen a quienes no ejercen la paternidad: hermanos mayores, primos, tíos, abuelos".

Diego Silva Jiménez,, académico Facultad de Salud, UCEN

El día 17 de junio recién pasado escuchamos en cadena nacional al presidente Boric informar sobre la decisión de cierre definitivo de la Fundición de Ventanas de Codelco en un plazo programado. La decisión se basa en fundamentos de orden ecológico, de producción sustentable y respetuosa con el medio ambiente, como también con el respeto a la calidad de vida de las personas que habitan los territorios en que esta Fundición se encuentra emplazada. Seguidamente al anuncio del presidente, varias alertas se prendieron entre grupos de trabajadores quienes naturalmente se preocuparon de su estabilidad laboral, apareciendo argumentos a favor y en contra de dicha decisión.

Sin embargo, quisiera argumentar que esta situación necesita un análisis mucho más complejo de que lo que ha simple vista se ha visualizado y que se centra en como hemos naturalizado el enunciado "zona de sacrificio" dentro de nuestro lenguaje cotidiano. Pareciera ser que es natural que algunos territorios, animales y también personas deban sacrificarse por el progreso y bienestar de otros. ¿Que nos ha llevado a concebir tal idea?, ¿Es natural que unos territorios, los seres vivos que allí se encuentran y que las personas que allí viven deban sacrificarse por otros?. ¿No somos todos iguales en derecho?.

Pareciera ser que esa naturalización hubiese sido instalada en nuestro imaginario sin ninguna acción que influyera en ello, en un mundo que todo transcurre de manera volátil, siendo la incertidumbre una de las constantes y lo más predecible el cambio constante. Sin embargo, estas acciones no son del todo inocentes. Las dinámicas habituales para poder analizar los acontecimientos sociales se hacen insuficientes con marcos explicativos unicausales. Es importante poder comprender las dinámicas de como hoy la información con que contamos nos llega y como se toman las decisiones de quienes dirigen el mercado y el Estado, como también el papel que cumplimos como ciudadanía.

En este escenario entonces, pareciera ser de suma relevancia entender la manera en cómo son manejadas nuestras percepciones y la forma en que significamos y le otorgamos significado a lo que vivimos en la cotidianeidad. Uno de conceptos entonces que no se pueden pasar por alto es el de biopoder de Foucault (2006) el cual nos da cuenta de las tecnologías y prácticas que tienen los gobiernos en cuanto a la relación saber -poder para gobernar, establecer la institucionalidad, disciplinando nuestros cuerpos y mentes en la manera de comprender como funciona la realidad y así poder ejercer control y poder sobre las personas. Cuando Foucault acuñó este concepto se refería a que este disciplinamiento de los cuerpos se realizaba por medio del sometimiento y la fuerza. Sin embargo, hoy ese no es el medio más relevante, ya que las técnicas disciplinarias más relevantes, como plantea Lazzarato (2002) se organizan en otro espacio, el de la virtualidad y la información. Hoy los medios de comunicación y de información, periodísticos, redes sociales, entre otros, se constituyen como un poder relevante dentro de lo mediático, moldeando en gran medida nuestro modo de pensar. Consumimos lo que nos entregan, muchas veces sin cuestionarnos, sin diferenciar que medios son los que se esmeran por entregar hechos sustentados en fuentes fidedignas o aquellos que lo hacen sin esa rigurosidad, haciéndonos creer o pensar como real algo que no lo es. Generalmente, esto también es aprovechado por los gobiernos de turno y por sus opositores para crear realidades en nuestras mentes y hacerlas ver como tales. Por tanto, es relevante el acto ciudadano de informarse y saber desde donde lo estamos haciendo, buscar las fuentes, ya que sino caeremos en normalizar y dar por sentados enunciados como "zona de sacrificio". Chequear fuentes y poder formar una opinión realmente informada es uno de nuestros espacios/deber ciudadano relevante, a fin de hacernos cargos autodeterminadamente de un tránsito hacia lo reflexivo en nuestro actuar colectivo.

En el sentido anterior, todos somos iguales ante la ley. Nuestra dignidad como seres humanos y los derechos que de ello se desprenden nos hacen cuestionar la realidad naturalizada y ver la aberración de las llamadas "zonas de sacrificio". Lo que es peor es caer en cuenta de cómo hemos dado por cierta esta realidad por tantos años. Ningún territorio puede ser depredado al punto de que animales, entornos y seres humanos sean vistos como posibles de ser sacrificados en pro del bienestar de otros. Al respecto, surge la interrogante ¿el bienestar de cuáles otros? Es una respuesta que tendremos que responder haciendo un ejercicio similar al aquí planteado.

Dra.(c) Andrea Comelin Fornés

Trabajadora Social. - Presidenta del Colegio de Trabajadoras y Trabajadores Sociales de Chile.

Consejo Provincial Iquique.