Una de las tareas en términos sanitarios que nos ha heredado la pandemia, es poder revertir los efectos del sedentarismo. El aumento del sobrepeso y la obesidad en la población es un hecho constatable, que va más allá de lo estadístico.

Fueron dos años en los que las cuarentenas y el confinamiento tuvieron profundos efectos en la población, especialmente en comunas como Iquique, que sumó meses de restricciones de movilidad debido a los rigores del virus.

A pesar de que con el tiempo se abrieron espacios para la práctica de deportes al aire libre, lo cierto es que la actividad física regular que realizaban las personas en tiempos previos a la pandemia decayeron de forma dramática. Cerraron gimnasios, canchas que se disponían y arrendaban para la realización de deportes quedaron vacías por meses y demás está recordar la paralización de todas las ligas y torneos de los más variados deportes. Solo por mencionar un panorama general

Es por eso que el ritmo de la actividad física recién se está recuperando, y con ella la posibilidad también de ir mejorando la salud física de la población. Sin embargo, los meses de invierno ofrecen un nuevo desafío. Las bajas temperaturas junto con los cambios en los hábitos alimenticios nuevamente conspiran para que las personas puedan mantener un peso por debajo de indicadores preocupantes.

Con días más fríos, la sensación de apetito por comidas más calóricas aumenta. Esta situación, sumada al sedentarismo -que alcanza a un 80% de la población de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud - ha llevado que, en promedio, los adultos en Chile aumentan entre 3 y 5 kilos durante el invierno.

"Durante el invierno, el aumento del frío provoca que el cuerpo busque mantenerse en equilibrio para seguir funcionando, buscando formas de obtener energía y mantener así su temperatura", explica la nutricionista y coordinadora del Área de Alimentación de Clínica Tarapacá, Paula Heredia.

En ese sentido, es importante vigilar la alimentación, evitando frituras y hay que buscar alternativas para reducir el sedentarismo, como puede ser el movilizarse en bicicleta.

"Es importante vigilar la alimentación, evitando frituras y hay que buscar alternativas para reducir el sedentarismo diario".

No había barrio en la ciudad que no tuviera una escuela pagada. Para nosotros era "pagá". Eran señoras que alternaban los oficios del hogar con la enseñanza básica que nos preparaba para entrar a la escuela primaria. Señoras serias, que nos enseñaban a hacer palotes. La señorita Mariante, a punta de rigor y con el rostro ajado por los años, nos enseñó que los puntos cardinales son cuatro y que la letra hache es muda, nunca nos dijo por qué y dónde eso ocurrió: si fue falla de origen o bien producto de un accidente. Años más tarde un amigo sordomudo del barrio, llamado David, nos enseñó, entonces, la palabra tolerancia. Esta habitaba los diccionarios y no la calle y que era posible hablar con un hombre como él. ¿Qué apellido tenía la Mariante? Y ¿cuál era el nombre de la Popi, su hermana menor? Allí sobre una mesa llena de acelgas y de porotos verdes y con una olla hirviendo, aprendimos el sonido de las letras, valoramos la bondad de las sumas y el egoísmo de las restas. Sobre una panera de baquelita, los panes se multiplicaban y el hambre se dividía. Era una casa vieja ubicada en la calle Esmeralda, entre Errázuriz y 18 de Septiembre. Un pasillo nos conducía al comedor. Antes había una pieza misteriosa. Siempre con llave, encerraba el misterio. Solo, castigado por no haber hecho nada, como si fuera culpa de él haber nacido diferente, Joselito conversaba con la oscuridad. Era también un recurso pedagógico, una amenaza sobre aquellos que nos lográbamos distinguir entre una esdrújula y una aguda. A Joselito nunca lo vimos. Con el tiempo las reglas de acentuación se nos hicieron legibles. El olor a la cazuela y el pito de las once nos devolvía a la casa. La Mariante nos hizo amigos del lápiz grafito y de la goma. Aprendimos mientras ella cocía las papas y pelaba zanahorias. Las vocales parecían saltar. Mis primeras lecturas habrán sido la revista Estadio, el Tarapacá, En Viaje, Tarzán y obviamente El Siglo que mi abuelo leía con una religiosa actitud.

"Eran señoras que alternaban los oficios del hogar con la enseñanza básica que nos preparaba para entrar a la escuela primaria".

Bernardo Guerrero Jiménez,, sociólogo

Las autoridades deben prestar especial atención a las manifestaciones sociales, como la que ocurrió ayer en Iquique contra la delincuencia. SI no hay acciones en la materia, el reclamo en las calles se podría agudizar.

Enfermedades

Con la llegada del invierno se han recrudecido las distintas enfermedades respiratorias, como la influenza. Esto, sumado a la actual pandemia del covid, nos deja en un escenario complejo, donde es importante que cada tarapaqueño sea responsable con su autocuidado.

Virgen del Carmen

Es de esperar que tras la cancelación de la Fiesta de La Tirana, se piensen en celebraciones alternativas, con todas las medidas de seguridad sanitarias que sean necesarias. Porque sería ingenuo pensar que las personas se van a abstener de celebrar a la Virgen del Carmen.