Fiesta de la Tirana
Una vez más las autoridades decidieron suspender la Fiesta de La Tirana, nuestra Chinita del Carmen, lo que no resulta del todo comprensible cuando sus principales protagonistas, los bailes venían trabajando con la autoridad sanitaria desde marzo y subsanado todas sus observaciones. Entendemos que hay un aumento de contagios y también de otras cargas virales, pero tal vez hubiera sido preferible autorizar la fiesta y ejercer un control a prohibirla ya que la gente asistió igual, como lo hemos visto sin mayores fiscalizaciones o controles de la autoridad sanitaria. Menos se entiende cuando vemos que se autorizan actos masivos en todo el país.
Y cuando uno lamenta que no se pueda celebrar en el pueblo como corresponde a nuestra Chinita, es porque hemos aprendido durante años, vivido durante años y sentido durante años que la región de Tarapacá es una zona marcada por el sentir religioso que el pueblo expresa a través de su cultura en forma permanente y con de diversas festividades religiosas. No es posible imaginarse nuestra región sin la festividad de la Fiesta de la Tirana (Virgen del Carmen), de San Lorenzo y todas las fiestas patronales de los pueblos del interior. Una parte importante de la vida de sus habitantes se desarrolla en torno a estas fiestas religiosas-culturales-patrimoniales.
Las personas vibran y se preparan por meses para participar en estas celebraciones. Siento que tienen una importancia muy grande en la vida personal, social, familiar, cultural y, por supuesto, en la vida religiosa. Son relevantes también, porque estas manifestaciones de fe y religiosidad son cosas que nos identifican y nos hacen únicos. La expresión de fe, el canto, el baile, la música los marca interiormente y pasa a ser fundamental en sus vidas. Hay una expresión de alegría, de fe que lo demuestran abiertamente con sentido de pertenencia, lo que hoy día a muchos católicos nos cuesta tal vez expresar, en total diferencia de lo que en estas festividades se expresa y demuestra. Es un lugar de reencuentro familiar, se vive la familia, se reencuentran los amigos, rezan, bailan, van a misa, rinden honor y agradecen a la Virgen del Carmen nuestra Chinita del Tamarugal. Como decía el Obispo Guillermo Vera "El Santuario y la Fiesta es un lugar donde respira el alma".
La espiritualidad nos lleva a enfrentar la vida con otra mirada, sin angustia, con más esperanza y optimismo. Marca lo social y ayuda a entender que si ese espíritu lo tuviéramos siempre la sociedad podría ser algo mucho más agradable. Estas festividades en definitiva entregan paz social, lo que es relevante sobre todo en tiempos tormentosos como los que hoy vivimos.
"Nuestras fiestas, nuestras memorias, nuestra identidad" Nunca lo debemos olvidar.
"La espiritualidad nos lleva a enfrentar la vida con otra mirada, sin angustia, con más esperanza y optimismo".
Luz Ebensperger,, senadora