Una sensación de impunidad que se refleja en modus operandi altamente temerarios es lo que muestran por estos días las bandas delictuales en el país y principalmente en la Región de Tarapacá.

El aumento de uso de armas de fuego en los delitos, su exhibición por redes sociales y en plena vía pública dan cuenta que a un grupo cada vez más creciente de la población pareciera no importarle las consecuencias e incluso creen que nunca las tendrán.

Pese a lo anterior, todo da cuenta que no es así y pese a las dificultades de recursos y de personas que tienen las instituciones de impartir justicia como las policías, finalmente la gran mayoría de los delincuentes está teniendo que enfrentar a la justicia.

De este modo esta sensación de impunidad quizás es lo que alienta a cientos de jóvenes que buscan en la actividad delictual el camino fácil para conseguir réditos económicos, en actividades tan diversas que van desde los simples robos, al narcotráfico y asaltos violentos para conseguir mercancías que luego transan de manera fraudulenta.

El aumento de la violencia en los delitos es algo que han dado cuenta las policías y el Ministerio Público y el gobierno está trabajando para hacerse cargo, sin embargo, el tiempo es acotado y si no se enfrenta con todo el rigor posible se llegará a un punto en que se escapará totalmente de las manos.

La seguridad es una de las problemáticas que más preocupan a la población y es por esto es que se deben dar señales claras al respecto, para que las personas dejen de sentirse inseguras y vuelvan a salir tranquilas a las calles sin temor a las encerronas, asaltos e incluso a sufrir un ataque sexual.

Un país seguro, con ciudades seguras y barrios seguros, son el mejor aliciente para la inversión, para que la economía se fortalezca, que exista más trabajo y que las personas más vulnerables puedan acceder a una mejor calidad de vida.

Un país próspero va de la mano de la seguridad y es por ello, preocuparse de ella es vital para el éxito futuro, al igual como lo son la educación, la salud y el acceso a una vivienda, temáticas en las que el país no ha podido dar un despegue acorde a las necesidades que se requieren para alcanzar el desarrollo.

"La seguridad es una de las problemáticas que más preocupa a la población y es por esto que se deben dar señales claras al respecto".

Dice la tradición oral que a Iquique se llega llorando y se va llorando. Lloran quienes desde lejos llegan y encuentran que los cerros carecen de vegetación. Lloran porque nunca llueve. Lloran por que dicen que esta es una ciudad chata. Lloran por que nunca heredamos la puntualidad de los ingleses. Lloran porque nos saludamos a grito de una esquina otra. Lloran por que estamos entre el mar y el desierto. En fin, lloran porque aquí somos de otra laya.

Le sucedió al enganchado que venía de Chiloé a trabajar a la pampa o a la ciudad, le decían vas a la Nueva California. Le sucedió al empleado público que lo destinaban, a Iquique, casi como un castigo y más encima, le pagaba un bono por vivir en zona extrema. Le sucedió al militar que no tenía más que obedecer órdenes.

Pero Iquique tiene un encanto discreto que se conoce cuando el que llega, logra dar con las claves de la iquiqueñez. Y para acceder a ésta hay que comer guayaba. Le ocurrió al soldado que una vez terminada la guerra del Salitre, se quedó. Y antes al español que vino por oro y encontró otros brillos.

García Márquez en su libro "El olor de la guayaba" desentrañaba las claves de su obra. Su amigo Rubén Blades al cantar "Buscando guayaba" no hace más que tratar de hallar el sitio del arraigo. Mi vecino Víctor Guerrero Contreras tenía un inmenso guayabo. Me beneficiaba de su aroma y de su riqueza.

La guayaba es el fruto del anclaje y de la identidad. El que llegó llorando y jamás se fue de este terruño, es porque comió este fruto que huele a como huele. El olor de la guayaba es el perfume de la iquiqueñez, es la loción afrodisíaca de la identidad. El humor popular, siempre tan sabio, predica que no hay brindarle tal fruto a los caldo de chancho, ni a los prepotentes.

Aun es posible en el viejo mercado, encontrar guayabas. Su fragancia y color embriaga. Quedan pocas y ojalá no desaparezcan como la pera de pascua.

"La guayaba es el fruto del anclaje y de la identidad. El que llegó llorando y jamás se fue de este terruño, es porque comió este fruto...".

Bernardo Guerrero,, sociólogo

Con gran entusiasmo vivieron su jornada de aniversario el Cuerpo de Bomberos de Iquique, quienes pese a los años mantienen intacto su espíritu altruista y disposición a dar todo por el beneficio de los iquiqueños.

Mala memoria

Cuando se critica a los DT o a lo jugadores del fútbol nacional, por no tener los buenos resultados de la llamada "selección dorada" es claro que hay falta de memoria o ignorancia de la historia del balompié nacional, que nunca se ha caracterizado por ser un cuadro laureado.

Ciber monday

Si bien las empresas buscaron entregar las mejores ofertas para aumentar el consumo de los chilenos durante la triple jornada del ciber monday, sin duda que falta que las tiendas físicas repliquen la iniciativa con el fin de atraer a quienes aún no se atreven con las compras online.