Preocupante realidad
Según datos entregados por Carabineros de la Primera Zona de Tarapacá, ya se han elaborado tres informes sobre violencia escolar que abarcan desde el 1 de marzo hasta el 23 de agosto, donde se han detectado 218 casos de violencia escolar, en 75 establecimientos educacionales de la región.
Las cifras son, sin lugar a dudas, preocupantes, sobre todo si se considera que solo los casos de mayor connotación son los que terminan en una denuncia ante la policía, lo que da cuenta que los casos de violencia han ido en progresivo aumento durante este año.
El hecho ha sido alertado por profesores, apoderados y estudiantes, donde tras la pandemia se generó una especie de retroceso en cuanto a la buena convivencia escolar, con programas que mantenían un diseño con charlas periódicas y diversos talleres que se tuvieron que interrumpir a causa de la crisis sanitaria.
Al mismo tiempo, el solo hecho de largos meses de encierro ha generado en niños y adolescentes un aumento de las conductas individualistas y donde las relaciones interpersonales se fueron limitando cada vez más a las que se alcanzan por medio de plataformas digitales.
Todo lo anterior generó que las autoridades de educación establecieran planes que buscan mejorar las relaciones al interior de los establecimientos escolares, no obstante y los ejemplos han estado a la vista, se requiere un trabajo más intenso, que permita intervenir los recintos con mayores conflictos, en conjunto con toda la comunidad educativa y no solo con medidas entre cuatro paredes por parte de los cuerpos directivos.
Independiente de la violencia, no se puede perder el foco de que se trata de niños y adolescentes, donde una intervención temprana, que permita acogerlos y apoyarlos ofreciendo alternativas de desarrollo personal más atractivas, podría contribuir a un mayor éxito que con el aislamiento de una comunidad educativa.
La tarea no es fácil, pero se requiere actuar con todos los recursos necesarios con el fin de fortalecer la capacidad con que los planteles abordan estos conflictos de manera temprana y terminar con situaciones donde la única solución que ven algunos apoderados es la última que se debiera tomar, que es no mandar a sus hijos al colegio.
"Las cifras son, sin lugar a dudas, preocupantes, sobre todo si se considera que solo los casos de mayor connotación son los que terminan en una denuncia".