¿Y usted qué va a hacer? El mundial de Qatar y nuestros límites
Supongamos que la moral deja de ser un acuerdo de convivencia o normas prefijadas, que tenemos la capacidad para meditar sobre un evento económico-deportivo que ha causado la muerte a más de 6.000 trabajadores. Sería curioso que el ser humano manifestara abiertamente que sólo el dinero es "la medida de todas las cosas" y dejara de relativizar o mentir con descaro.
Hace dos décadas Maradona dijo: "La pelota no se mancha"; podían equivocarse los hombres y pagar, pero el deporte no. Sin embargo, el escenario actual sobrepasa los límites de la dignidad. Kant para ilustrar con claridad su filosofía argumenta que la dignidad es aquello que no tiene precio, es ver al otro como un fin en sí mismo y no como un medio. Pues bien, cuando usted grite un gol, celebre una jugada o pague un servicio de acceso a los canales no será culpable de las leyes laborales de Qatar, tampoco de las condiciones sociales de la mujer, pero sí (quiéralo o no) configurará a otros seres humanos en unos simples medios de su entretención.
Cabe otra posibilidad. El acto de desvincularse de un carnaval deportivo e ir a contracorriente no cambia el mundo, mas agrega una esperanza en esta sociedad del espectáculo y del morbo. Desde pequeños nos han inculcado que la libertad conlleva responsabilidad, los animales apegados a su instinto y a la necesidad de la naturaleza no tienen dilemas morales, aunque a nosotros nos parezca brutal el accionar de ellos. La dificultad nace, para bien o para mal, cuando asimilamos valores y tratamos de conducir nuestra conducta a un ideal esperado. Ver televisión o abrir páginas en internet no es lo mismo que observar una puesta de sol, en la primera hay un conjunto de relaciones e intereses económicos e ideológicos (de diverso tipo) que tienen como objeto centrar nuestra atención para hacer algo, es decir, emerge un imperativo multidigital que abarca la cotidianidad y sus tiempos.
Cabe finalmente repensar nuestros límites en ese espacio íntimo y aparentemente neutro, salir del "no estoy ni ahí" e implicarnos con nuestro presente. ¿Y usted qué va a hacer?
Francisco Canseco Gómez,
profesor de Filosofía