Hace poco más de un año aun nos encontrábamos en transición para el regreso a la presencialidad. Incluso finalizando el año aun no se podía observar una movilidad regular como antes de la pandemia y el uso de mascarillas seguía siendo la norma.

Ahora, un año después, podemos ver que el cambio es considerable, lo cual fue visible con el movimiento de la navidad. Sin embargo, a pesar de las grandes cantidades de personas reunidas para comprar ese regalo pendiente, nuestros peculiares carros navideños llevando sus regalos a las casas y lanzando "pastillas" a los niños y otros elementos más, ciertamente dos años de pandemia no pasan desapercibidos. Sumado a los elevados costos debido a la inflación, repercutiendo en las compras navideñas, las nuevas enfermedades que se avecinan para este nuevo año y el calentamiento global que cada vez se manifiesta de forma más intensa en todo el mundo, con el tiempo tendremos grandes cambios en nuestra forma de vivir y, particularmente, de celebrar grandes festividades como la navidad.

La navidad ha sufrido enormes cambios con el paso de los siglos, la cual tiene distintos orígenes que se remontan a miles de años. Tenemos por ejemplo la celebración romana del nacimiento de Saturno (Saturnales) y de Mitra, asociado al "Sol Invictus". También está el Panquetzaliztli, época del año en honor al dios azteca Huitzilopochtli, el nacimiento de Horus en Egipto, las fiestas nórdicas de Yule, entre otros más. Todos ellos están vinculados al Solsticio de diciembre, lo cual explica que civilizaciones en todo el mundo asociaran algún evento de gran importancia de su mitología en fechas muy parecidas. Esto mismo facilitó la colonización de occidente en todo el mundo para asociar sus propias creencias a las ya instaladas en el resto del mundo. Esto, sumado a la capitalización y la modernización del concepto de la navidad, llevaría a la forma de celebrarlo de hoy en día.

Cada quien tendrá su visión de la Navidad, por sus aspectos positivos y negativos, pero ésta no ha dejado de cambiar con el tiempo y ciertamente ha cambiado con los acontecimientos de los últimos años. El cambio es parte del proceso y las tradiciones deben adaptarse a las necesidades y la forma de ver el mundo actuales, sin tener que modificar su esencia que se mantiene desde la antigüedad. Les deseo una feliz Navidad/Saturnales/Panquetzaliztli/Yule y próspero 2023.

"El cambio es parte del proceso y las tradiciones deben adaptarse a las necesidades y a las formas de ver el mundo actuales".

Pablo E. González Villarroel,, astrofísico, Universidad de Tarapacá, Explora Tarapacá

Un reciente estudio que en Chile fue liderado por la Universidad de la Frontera vino a sumar nuevos datos a un diagnóstico lamentable: la pandemia y el encierro produjeron un desastre educativo brutal. El informe documentó los cambios y los factores que incidieron en las conductas del movimiento durante la emergencia del coronavirus entre los niños latinoamericanos menores de 5 años. El principal hallazgo fue que el tiempo dedicado a las pantallas prácticamente se duplicó, mientras que la actividad física, principalmente en forma de juego, se redujo en 20%, al tiempo que la calidad del sueño bajó en 15 puntos.

En Chile, uno de los factores más influyentes en los cambios negativos relacionados al movimiento fue la falta de un espacio para jugar y vivir en departamentos.

Si a esto le sumamos lo que vemos en terreno a través de nuestro trabajo en la Fundación y que es el peligro e inseguridad que se percibe en las calles, lo que impide el juego en los espacios exteriores, es claro que las políticas públicas en pos de la primera infancia vulnerable nunca serán lo suficientemente robustas si no intervenimos las familias y los entornos.

Es imperioso crear conciencia sobre lo crucial que es que los lugares en los que se habita permitan un desarrollo integral de los preescolares, lo que incluye contar con instancias y espacios para algo tan esencial como es jugar.

Anne Traub, directora ejecutiva Fundación Familias Power

La prestigiosa revista Lancet analizó la realidad chilena y determinó que una mayor disponibilidad de profesionales enfermeras/os en la red de atención, mejoraría la atención y el pronóstico de los usuarios del sistema de salud. En Chile hay 2,9 enfermeras por cada mil habitantes, versus los 8,8 del promedio de las naciones de la OCDE.

Los expertos apuntan que no se trata de un problema de disponibilidad ni de oferta, sino que no se cuenta con suficientes profesionales contratadas y que se desempeñen en campos clínicos. En Chile hay registradas/os más de 60.000 enfermeras/os, pero en el sistema público no hay más 20.000, considerando la red primaria y los hospitales de baja, mediana y alta complejidad, entonces ¿es real el déficit?

Las/os enfermeras/os tienen una especial vocación y entrenamiento en la atención de usuarios del sistema de salud público y privado y deben estar instaladas en un modelo que les permita utilizar su competencia y talentos óptimos; La Gestión del Cuidado.

Un profesional en enfermería cumple diversas tareas, que van desde los cuidados básicos de salud a labores más complejas de gestión, pues trabajan con un enfoque integral. De hecho, están capacitadas/os para diagnosticar, tratar y manejar enfermedades, suministrar medicamentos y ocuparse de la prevención de enfermedades de las personas, así como para gestionar unidades clínicas de alta complejidad.

Cuando nosotros nos hospitalizamos, el médico realiza el diagnóstico inicial y te revisa una vez al día, pero quien te cuida todas las horas es el/la enfermero/a, ella administra los medicamentos, coordina a todas las unidades para satisfacer todas nuestras necesidades, por lo que su labor es valiosa e indispensable.

Nuestro sistema de salud está organizado de manera de no contratar más enfermeras/os y de desaprovechar con las que cuenta. Por ejemplo, muchos usuarios que se encuentran en lista de espera fueran evaluados/as inicialmente por una enfermera; quizá el problema se podría transformar en una oportunidad y en la resolución de un problema de salud pública, aumentando la satisfacción usuaria.

Frente a la pregunta inicial, la respuesta es clara. No faltan enfermeras, el sistema de salud no dispone de una organización adecuada, que permita sumar profesionales que efectivamente mejoren la eficiencia, la eficacia, la seguridad, la calidad y la continuidad del cuidado. Por lo tanto, una mejor dotación de enfermeras/os en los centros de salud tiene relación directa con la adecuada evolución y pronóstico de las personas hospitalizadas.

Fernando Cortés Tello,

enfermero y académico UCEN