Más de $9 mil millones sería el costo que demandará la restauración patrimonial del edificio de la ex Aduana de Iquique, que sufriera un incendio el 26 de febrero de 2015.

El recinto será un centro dedicado a la cultura y podría comenzar obras durante el 2024 si los plazos se cumplen según lo presupuestado, no obstante, las complicaciones que siempre surgen en este tipo de iniciativas.

Sin duda la ex Aduana de Iquique es uno de los edificios históricos más importantes de la ciudad y por lo mismo, requiere que se invierta lo necesario para ayudar a mantenerlo y que pueda permanecer en mucho mejor condición de lo que tenía hasta ahora con el fin de legarlo a las nuevas generaciones.

Según información del Consejo de Monumentos Nacionales, la ex Aduana de Iquique data del año 1871, cuando el Presidente peruano José Balta ordenó levantar el edificio para que sirviera como Prefectura Provincial de Tarapacá, Capitanía del Puerto y Aduana; en reemplazo de otro edificio que había sucumbido frente al maremoto de 1868. El edificio fue inaugurado en el año 1876, siendo conocido como Palacio Rímac. El lugar fue escenario de importantes momentos para la historia de Chile, entre ellos, fue el sitio en el que, luego del Combate Naval de Iquique, soldados peruanos custodiaron en este sitio el cuerpo sin vida de Arturo Prat.

Por tal motivo, la restauración de este edificio y el destino que se le quiere dar es una de las obras más importantes de los últimos tiempos para la ciudad, que no solo permite resguardar el patrimonio local sino seguir fortaleciendo el potencial turístico de la capital de Tarapacá, en un circuito que incluye al Teatro Municipal, el Museo Regional, la Corbeta Esmeralda y en general el Paseo Baquedano.

Es de esperar que el proyecto vaya avanzando de acuerdo a los plazos y que ojalá durante este gobierno se pueda inaugurar, y así no sufrir los problemas del Teatro Municipal que debido al paso del tiempo ha debido en varias oportunidades retroceder en su avance.

La ex Aduana es un símbolo de la historia de Iquique y debe estar en el sitial que se merece, con el resguardo necesario.

"Es de esperar que el proyecto vaya avanzando de acuerdo a los plazos y ojalá durante este gobierno se pueda inaugurar".

Se aproximan las vacaciones y, posiblemente, algunas personas recorrerán el sur nuestro país disfrutando un paisaje diverso y atractivo. Algunos se preguntarán por los lugares que aparecen frente a sus ojos, leyendo las señaléticas y conociendo los topónimos. Cuando se cruza por las cercanías de Curicó, se puede ver un puente llamado Aguas Negras y es lógico, pues Curicó en mapudungun significa aguas negras. ¿Nos hemos preguntado por el concepto Temuco? Simplemente: agua de Temo. El Temo es un árbol muy conocido en el sur de Chile.

La palabra Temucuycuy, que tantos dolores de cabeza ha generado a los diferentes gobiernos, tiene un significado interesante. Un cuy es un madero que se utiliza como puente, cuy cuy son dos maderos, en este caso, de Temo. En algunas lenguas americanas el plural suele ser una repetición del concepto. Allí están Concón, Calle Calle, Bío Bío, Tagua Tagua, Lleu Lleu, Llay Llay, etc.

Existen topónimos plenos de belleza, por ejemplo, casi al llegar a Osorno existe un lugar llamado "Pichichoroyco", sabemos que en mapudungun "pichi" es pequeño, "choroy" es loro, y "co" es agua. Existen muchas referencias a lo pequeño en Chile, como Pichidangui, Pichilemu, Pichicuy, Pichicuyen, Pichidegua, etc. Y, por cierto, en tan famoso Pichintun.

Es tan bello el mapupungun (como lo son todas las lenguas vernáculas) que escuchar a los poetas mapuche es una delicia, por la armonía de sus sonidos. Algunas de sus palabras ocupan un curioso estatus asociado los grupos de poder en Santiago, como Vitacura, Apoquindo, Apumanque, Tobalaba, Tabancura, etc. En Ñuñoa existen reunidos en el barrio Italia los nombres de Tegualda, Guacolda, Caupolicán, Lautaro, Rengo. Interesante, pero me temo que no ha habido interés por parte de las autoridades (actuales y pasadas) en dar a conocer la lengua del pueblo mapuche. No basta con poner algunas traducciones en ciertas oficinas públicas, es necesario que se enseñe sistemáticamente en todo el país -como segunda lengua- desde los primeros niveles de la enseñanza básica. Es tanto el desinterés por la principal lengua indígena chilena, que encontrar un diccionario mapudungun-español es todo un logro. Me temo que, así las cosas, no sería extraño que se repita en todos los grupos sociales, esa pregunta que una supuesta señora santiaguina le dijo a su nana: ¿Cómo se dice poto en mapuche? Son tantas las palabras que provienen del mapudungun que empleamos en el habla cotidiana que llega a doler la "guata".

"No basta con poner algunas traducciones en ciertas oficinas públicas".

Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia

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