La nueva Constitución que está elaborando el país debe contemplar y garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes (NNA) como titulares de derechos plenos. Esto significa no solo reconocer sus derechos fundamentales, sino también crear mecanismos eficaces para su protección, promoción y participación.

Los NNA son el sector más desprotegido de la sociedad y el que más padece las consecuencias de la desigualdad, la pobreza, la violencia y la exclusión. Los datos son alarmantes y evidencian la urgencia de actuar: en Chile 1 de cada 2 niños sufre violencia en su propio hogar; 7 de cada 10 sufren violencia en algún espacio de sus vidas; en nuestro país, la primera causa de muerte de los adolescentes y jóvenes son los accidentes de tránsito, las lesiones autoinfligidas o ejercidas por otros y la segunda causa son los suicidios; alrededor del 50% de los NNA se sienten discriminados por su apariencia u origen social.

Frente a esta realidad, es imprescindible e inaplazable que la nueva Constitución incorpore una visión integral e interseccional de los derechos de los NNA, que respete su diversidad y especificidad, que asegure su interés superior como principio rector y vinculante para todas las autoridades públicas y privadas, que garantice su participación efectiva en todos los ámbitos que les afectan, que establezca un sistema nacional de protección integral que articule a todos los órganos del Estado y a la sociedad civil para prevenir y reparar las vulneraciones a sus derechos, y que consagre un órgano autónomo e independiente que vele por el cumplimiento y la exigibilidad de sus derechos.

Juan Pablo Venegas G.,

director de Incidencia Pública

World Vision

John.T. North, gracias a sus audaces y jugosas especulaciones en los negocios salitreros en Tarapacá, se le llamó pomposamente el Rey del Salitre, alcanzado gran influencia en las esferas parlamentarias, como en las autoridades locales. Hay otro personaje multimillonario, pero escasamente conocido, se llamaba Jorge Blanchett Chace, un ciudadano estadounidense, muy afortunado en la explotación de ricas minas de plata en el centro minero de Huantajaya cerca de Iquique. Fue propietario de la fabulosa San Pedro y San Pablo, también participó exitosamente en la explotación del salitre con la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Junín. Tuvo una vida agitada por temas de demandas mineras argentíferas, que afectaron su salud.

Mr. Chace era originario del Estado de Massachusetts. Estaba establecido antes de la Guerra del Pacífico, se dedicaba a la venta de alhajas. Fue uno de los extranjeros que sintió el poder de atracción hacia la explotación argentífera, que entró en un potente resurgimiento, en la cual se anunciaba valiosos resultados. Los balances de las empresas más afortunadas entregaban buenos dividendos a los accionistas. Sin embargo, el negocio estaba sujeto a varias situaciones, inclusive el precio de la plata en la bolsa de metales.

Mr. Chace halló una gran riqueza en la mina San Pedro y San Pablo. Enfrentó exitosamente un ruidoso juicio entablado por J.E. Mackenna, acaudalado minero chileno, basado en la internación de aquella mina en la María. Ambas partes gastaron una cantidad cuantiosa de dinero. La Corte Suprema falló en contra del demandante.

El afortunado minero estadounidense falleció en 1906, dejó una fortuna enorme. Años más tarde sus hijos vinieron a Iquique, por los asuntos del testamento dictado por su difunto padre. Habrá dejado alguna donación al Hospital de Beneficencia local, siempre con problemas financieros. No existía el impuesto a la herencia.

Mario Zolezzi Velásquez