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Peluqueros clásicos cuentan cómo sobreviven al boom de las barberías

A pesar de los años, sus dueños destacan que la clientela sigue prefiriendo la tijera y la navaja, los cortes ejecutivos y la calidad de su trabajo que realizan hace varias décadas.
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José Portales Durán

Con la proliferación de las barberías en Iquique, para algunos peluqueros ha sido difícil sobrevivir con sus negocios. Por lo mismo, el reinventarse y el asegurar a una clientela fiel ha sido clave para seguir por décadas en este oficio que les apasiona.

En calle Obispo Labbé #395 se encuentra el Salón de Peluquería San Antonio, lugar lleno de cuadros con personajes insignes de Iquique, como el senador, Jorge Soria Quiroga. Según el dueño del local, Fernando Cornejo, el ex alcalde aún se sigue cortando el cabello en este lugar.

Oriundo de San Vicente de Tagua Tagua, Cornejo cuenta que este oficio es una tradición familiar: "Recuerdo que aprendí de mi padre en el campo, y de los siete hijos que tuvo, seis salimos peluqueros, hasta que llegué a trabajar con mi hermano, que le decían Eladio Rojas acá en Iquique y a los dos años me instalé acá solo. En aquellos años me mandé a hacer los marcos y los espejos los compramos, porque yo quería hacer una peluquería grande, que tuviera hartos espejos y que la gente se entretuviera".

Sobre cuál es la clave para sobrevivir después de cerca de cuarenta años en el mismo local, el dueño confirmó que es la calidad de su servicio, que a su juicio es superior a la de las actuales barberías. "La peluquería actual que llegó a Iquique no vienen a hacer un trabajo para tener buena presencia en un trabajo, en una fiesta o en un programa, en cambio el corte ejecutivo que hago yo es el más profesional, porque es un corte que te permite incluso peinarte con la mano, y es más formal y que brinda presencia de pies a cabeza", comenta.

Otro clásico en la ciudad es la Peluquería Fernández, de calle Almirante Latorre, entre Barros Arana y Bartolomé Vivar. Salón que trabaja desde 1999 de la mano de su dueño Elías Fernández, el que dice que con el paso del tiempo se ha ido reinventando, aprendiendo nuevos cortes.

"Me he ido aprendido los estilos nuevos con el degradado, en V, redondo, mohicano, porque sino quedas fuera", advierte.

El estilista sincera que, pese a que el flujo de clientes no es como antaño, intenta de igual manera mantener la calidad del acabado de sus trabajos en los cabellos de los iquiqueños.

"Pese a que ya no es lo mismo de antes, porque no habían tantas peluquerías y la situación económica no era tan complicada, intentamos mantener la calidad del trabajo y es la única clave para que la clientela fiel se mantenga, porque de lo contrario la gente no vuelve", puntualizó Fernández.

Sobrino

En calle San Martín, entre Vivar y Barros Arana, se encuentra la peluquería de Jorge Toro Cornejo, quien es sobrino del dueño de la Peluquería San Antonio.

Este local también se ha podido ir reinventando, explicó su locatario: "Llevamos 25 años en este sector de Iquique y cuando empecé todos hablaban de que podría ser muy complicado, por ser un barrio muy oscuro, pero cuando se abrió Ripley la calle tuvo otro rumbo y ha sido una bendición, porque todos los días se ve mucho flujo de vehículos y la gente nos ha reconocido".

Sobre el aumento de barberías en la ciudad, Toro cree que no lo ha afectado tanto. Explica que las claves están en que manejan los cortes más clásicos para el varón: "El corte clásico con pura tijera y navaja y eso los clientes lo valoran".

Detalla que la peluquería es un arte, ya que cada cliente tiene diferente tipo de pelo. Además, él para adaptarse a las nuevas tendencias, trabaja con Sulú, que maneja estilos más modernos.

"Hace lo que es más moderno, como el degrade y mi esposa es la que atiende a las damas, entonces nos adaptamos a toda la familia", cuenta.

Sobre sus clientes, dice que tiene desde uniformados, abogados, jóvenes, mujeres y niños, pero últimamente confiesa que atiende a una gran cantidad de niños que están en el espectro autista.

"Ahora se ven bastantes y para atenderlos hay que tener mucha paciencia, dedicación y tener un trato especial con ellos, entonces ahí mi esposa es quien los atiende", admite.

Oficio que lo ha llevado a hacer buenos amigos, lo que Toro Cornejo valora mucho: "Los jóvenes que atendíamos ahora traen a sus hijos y uno puede ver cómo pasan generación tras generación y eso es algo impagable y hermoso. A uno le levanta el ánimo y sigue apostando por este rubro, porque pese al paso de los años, nos ha hecho felices como familia, y nos a permitido criar a nuestros hijos en buenísimas condiciones".

"Se valora las amistades que se crea y como los jóvenes que antes atendíamos ahora vienen con sus hijos".

Jorge Toro Cornejo, peluquero clásico de Iquique