Según la Real Academia de la Lengua, incivilidad se refiere a una falta de civilidad o de cultura. El concepto bastante de moda por estos días es constantemente utilizado en Chile para hablar de situaciones que se dan en el día a día en donde incumplen normas de convivencia social básicas, entre las cuales se cuentan utilizar la vía pública como baño, lanzar basura o escombros en la calle, escuchar música a alto volumen en una playa o hacer parrilladas en estas.

Muchas veces se piensa que estas son propias de extranjeros o de personas en situación calle, pero lo cierto es que gran parte de ellas son transversales y a las anteriores, también se suman estacionar vehículos en lugares no permitidos, no preocuparse de los desechos de las mascotas, fumar o consumir alcohol y drogas en la vía pública y en general todo aquello que afecta a un tercero.

Las situaciones están más que claras y muchos las deben vivir a diario, no obstante preocupa que muchas de estas se han normalizado.

Más allá de la fiscalización de que pueda existir una sana convivencia social y que se saquen y saquen ordenanzas, lo cierto es que mientras no exista una verdadera empatía social es difícil que todo estos problemas se vayan resolviendo.

Todos saben identificar un portón que dice no estacionar, pero de todos modos se estacionan en frente y por lo mismo es importante que exista una mayor rigurosidad de parte de quienes deben fiscalizar este tipo de situaciones no ocurran, como también que se realicen campañas que inviten a las personas a comportarse de la mejor forma en sociedad.

Junto a lo anterior, también los vecinos pueden generar instancias para mejorar la convivencia social, como lo han hecho contra la delincuencia. También se pueden lograr acuerdos para potenciar el cuidado del espacio público, el respeto por sus vecinos y el fortalecimiento de la vida en comunidad en un ambiente de respeto.

Si es que sigue normalizando las incivilidades se va a llegar a un punto en que la calidad de vida se seguirá afectando y las personas cada vez se irán encerrando más en sus casas. Aún hay tiempo para mejorar.

"Es importante que exista mayor rigurosidad de parte de quienes deben fiscalizar este tipo de situaciones".

Los avatares de la diplomacia y de la economía, en otras palabras, los litigios y las crisis, llevaron a la población de Tarapacá a emigrar en contra de sus deseos a otras tierras. Todo fue antes de la gran crisis de 1930. Recuerdo que, cuando partí a Santiago para iniciar mis estudios universitarios, conocí casualmente al Centro Hijos de Tarapacá, porque estaba el corazón de la capital en la calle Mac Iver, si mal no recuerdo. Distinto fue el caso del Centro Hijos de Tarapacá localizado en la urbanización del mismo nombre en el Callao, porque allí llegué buscándolo. Supe de los tarapaqueños del Callao por mis investigaciones sobre el salitre y la historia diplomática entre ambos países. El Callao en el siglo XIX e inicios del XX era el principal puerto de Perú, ahora es Chancay (ya conversaremos de este mega puerto), ahora queda solo un recuerdo de ese esplendor decimonónico, las casonas de balcones parecidas a las calles de Iquique están en ruinas, mientras la modernidad comienza a llegar con los Malls tan característicos, donde las empresas chilenas son las más conocidas. Cuando recorrí por primera vez a la Urbanización Tarapacá fue exactamente hace 30 años, había en su alrededor una fábrica de cervezas muy conocida en Perú y también una iglesia en honor de la virgen del Carmen, la primera ya no existe y la segunda resiste esa modernidad, tal como lo hacen los tarapaqueños como un último reducto de identidad que les une a ese otro Tarapacá primigenio. Allá no preguntarán si eres peruano o chileno, solo si eres tarapaqueño o tarapaqueña. Si recorres las calles de la urbanización verás en sus calles escritos los nombres de Iquique, Pisagua, Canchones, etc.; es lo que Benedict Anderson llama una comunidad imaginada.

Los tarapaqueños llegaron a ese lugar cuando se estaba construyendo el ferrocarril que uniría el Callao con Lima. Isidoro Gamarra Ramírez y su padre se volvieron carrilanos. Eran familias de raíces peruanas pero, en rigor, eran mixtas, peruanas y chilenas, en muchos sentidos, tanto por lazos de parentesco como culturales. El acento chileno fue como un signo de identidad en Lima. Hasta Guillermo Billinghurst (presidente del Perú entre 1912 y 1914) sufrió en más de una ocasión la crítica por su forma de hablar. Por ello, una de las frases que cala más hondo en las entrevistas que hizo la historiadora peruana/chilena a los tarapaqueños del Callao, es cuando dicen "allá nos echaron por peruanos y acá nos despreciaron por chilenos". El Centro Hijos de Tarapacá del Callao cumplió 80 años. Vaya esta columna en honor a don Enrique Prieto.

"Los tarapaqueños llegaron a ese lugar cuando se estaba construyendo el ferrocarril que uniría el Callao con Lima".

Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014

Pese a que la tradición en Chile era armar el árbol navideño el primer domingo de diciembre, este año muchos se adelantaron y desde hace semanas ya tienen todo instalado, incluso con viviendas llenas de luces y adornos.

Denunciar

Por más que las personas crean que es muy complejo que se encuentre a los culpables, es importante denunciar y dejar constancia de cada uno de los delitos, por pequeños que sean, es la única forma de que las estadísticas en seguridad se acerquen a la realidad de lo que pasa.

Animales en abandono

Sin duda la situación de los animales en abandono en Alto Hospicio es un problema que debe ser abordado por el Estado. Muchas personas van a dejar a sus mascotas cuando se aburren de estas y nadie hace nada. La Ley Cholito pareciera ser letra muerta.