Entre las características que posee Iquique está contar con auténticos tesoros cuyos vestigios provienen desde los primeros pueblos que habitaron esta zona hasta los hitos de la Guerra del Pacífico o la Época de Oro del Salitre. Y muchos de ellos relucen con mayor fuerza a propósito de la 26ª versión del Día Nacional de los Patrimonios, que se celebra este fin de semana en todo Chile, en una jornada que nos invita a reconectarnos con la Historia y el territorio.

Entre la gran cantidad de edificios de carácter patrimonial con que contamos, varios son administrados por la Municipalidad de Iquique, por lo que hemos abierto sus puertas para que la comunidad y los turistas puedan acceder a ellos de manera más expedita. El Museo Regional de Iquique y la Casa Municipal de la Cultura tienen una serie de actividades gratuitas que permitirán conocer hasta sus espacios más recónditos en un gran panorama familiar.

El primero ofrecerá recorridos guiados, tanto generales como por la colección de fotografía patrimonial de Pepe González Enei "Un circuito entre las pampas y los puertos de Tarapacá" más la bóveda de nuestro Archivo, donde se revelan secretos de algunas de las piezas en custodia. En tanto, el segundo dispondrá de exposiciones fotográficas sobre bodyboard y surf local, además de un registro de la Fiesta de La Tirana del año 2001. En el primer piso, también exhibirán una muestra numismática que incluye monedas, billetes y fichas.

Pero sin duda, este 2025, el Día de los Patrimonios estará marcado por la reapertura al público del Teatro Municipal de Iquique, joya arquitectónica de Chile que pasó por un largo y minucioso proceso de restauración más la incorporación de modernos equipamientos en materia de escenotecnia. Fueron años de espera por parte del mundo del arte y la cultura y, por supuesto, de vecinas y vecinos, para poder regresar en plenitud a nuestro principal recinto cultural y este fin de semana eso, por fin, se concretará.

La invitación está extendida para ser parte del "Circuito Municipal Patrimonial 2025" a toda la familia para que salga a conocer y reconocerse a través de aquellos lugares y expresiones que nos hacen sentirnos orgullosos de nuestra historia y de nuestra idiosincrasia como nortinos e iquiqueños. Y para quienes nos visitan, abrimos nuestros edificios para que puedan saber algo más de nuestra riqueza cultural e histórica.

"Para quienes nos visitan, abrimos nuestros edificios para que puedan saber algo más de nuestra riqueza cultural e histórica".

Mauricio Soria,, alcalde de Iquique

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) generativa en la educación superior no solo transforma las herramientas de aprendizaje, sino que interpela el sentido mismo de la docencia universitaria. Esta tecnología ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad que atraviesa la planificación didáctica, la evaluación y la relación con el conocimiento.

La IA ofrece oportunidades inéditas: asistentes como Education Copilot, TeachMateAI o Curipod permiten crear guías, actividades y mapas conceptuales en minutos; otros modelos pueden corregir ensayos o evaluar la coherencia argumentativa de los estudiantes. Esta delegación de tareas permite a los docentes enfocarnos en lo esencial: acompañar el aprendizaje, promover el pensamiento crítico y cultivar el juicio ético.

Sin embargo, no basta con "usar" IA. Se requiere una alfabetización digital profunda y una actitud reflexiva. El diseño de prompts, la supervisión del contenido y su adecuación pedagógica son nuevas competencias que deben ser reconocidas y fortalecidas.

La dimensión ética es clave. ¿Qué ocurre cuando los estudiantes emplean IA como tutores, redactores o sustitutos del esfuerzo intelectual? No se trata de prohibir, sino de orientar: establecer criterios claros que promuevan un uso formativo y responsable.

Urge un nuevo contrato pedagógico que combine normativas, rediseños curriculares y acompañamiento docente. La IA no es una amenaza, sino un agente de transformación que exige repensar qué y cómo enseñamos. El verdadero desafío no es tecnológico, sino profundamente educativo.

Dr. Nassib Segovia Moreno,

académico Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones, U. Central

En la edición on line de "SoyIquique", aparece la información de que este sábado, se estrenará "la primera ópera de Tarapacá".

Al respecto, debo indicar que la obra de Rodolfo Miranda, compositor de esta ópera, heredero de una rica tradición familiar que tanta gloria artística ha dado a nuestra región, no es la primera ópera tarapaqueña.

En efecto, según la gran investigación histórica titulada "Historia de la Música en Chile" de Eugenio Pereira Salas, se establece que el 4 de febrero del año 1905, se estrena en el mismo Teatro Municipal de Iquique, la ópera "El Juramento Falso de Amor", fruto de la inspiración del compositor iquiqueño Pablo de Ferraris, con libreto del poeta oriundo de Pisagua Oscar Miralles.

La vida musical de Iquique en las primeras tres décadas del siglo XX, fue riquísima, no sólo permitió que el teatro fuera considerado una de las tres principales plazas operáticas del país (después de Santiago y Valparaíso), sino que además recibió visitas muy ilustres de la música clásica occidental, tales como los compositores Pietro Mascagni e Igor Stravinsky; así como intérpretes de primera magnitud tales como Ana Pavlova, la Nijinska, Carlos Fleta, Fedor Chaliapin o Claudio Arrau...; asimismo, sirvió como centro académico desde donde surgen figuras de renombre mundial tales como el huaralino Renato Zanelli o la soprano Nora López, considerada por la mismísima María Callas, como una de las sopranos más potentes de su época.

Considerando que el diario La Estrella, así como su edición on line de SoyIquique constituyen aparte de su función informativa, un testimonio que enriquece la docencia y la identidad regional, es que solicito tengan a bien incorporar estos antecedentes, que no vienen en restar el tremendo mérito de Rodolfo Miranda y el elenco de "Lágrimas de Sal", que tendrán por delante, la dificilísima labor de restituir los laureles olvidados de nuestro hermoso patrimonio que es el Teatro Municipal, donde deben revincular al menos, a dos generaciones de jóvenes iquiqueños que crecieron sin conocer su patrimonio identatario.

Marcelo González Borie