Que nos toque alguna vez
En el gol de media chilena de Ignacio Herrera, el jugador estaba adelantado, pero el juez de línea se equivocó y no lo vio. Alguna vez que nos toque a nosotros pues generalmente los errores benefician a los equipos grandes.
En el gol de media chilena de Ignacio Herrera, el jugador estaba adelantado, pero el juez de línea se equivocó y no lo vio. Alguna vez que nos toque a nosotros pues generalmente los errores benefician a los equipos grandes.
Se nos murió parte de la historia de Iquique y del Liceo de Hombres. Se nos fue el más elegante, el más dandy, el más histriónico, el más histórico. ¿Cómo no olvidar sus mocasines de color blanco y sus trajes impecables, con el nudo de su corbata preciso como las fechas que manejaba de la historia universal?
Falabella le decían cuando la elegancia era un bien escaso en una ciudad en crisis. El viejo liceo y las veredas de madera de Iquique, se engalanaban cuando pasaba don Godofredo Morales Góngora, el Godo para sus amigos, don Godofredo para su alumnos. De hablar apresurado y peinado casi a la gomina, Falabella, nos mostraba la historia cuando no existían la abundancia de medios audiovisuales, menos el constructivismo. Cuando no había History Channel, Godofredo se posesionaba de Nerón, Napoléon, Diego Portales. Entonces la historia fluía como las aguas del río que inspiró a Heráclito. La enciclopedia Monitor que vendía la librería Everest era el complemento para las animadas clases de este profesor, que en el fondo era un actor.
Me hizo clases en ese Liceo revoltoso de fines de los años 60. Cuando la utopía parecía estar a la vuelta de la esquina. Taberna, Lizardi, Fiamma, Aguirre, Carreño, eran apellidos ilustres en esta y en la otra vereda. Domingo Sacco, Yolanda Diomedi, Juan Aguilera y don Godo, me motivaron por las ciencias sociales. La tragedia y el dolor estaban más cerca. No lo sabíamos.
No hará un par de meses le envié de regalo el CD Las Canciones del Chumbeque a la Zofri. Con esos fox trot, valses y boleros, mantenía el puente que lo ligaba a Iquique. El bailar lo mantuvo joven como un rolling stone. Al pasar la lista de los imborrables del viejo Liceo, Godo, don Gofredo, Falabella, un silencio se apoderará de la sala de clases, y el replicar de las campanas del viejo Liceo, nos llamará a clases de ciencias históricas. También se le conoció como el Conde, ya se sabe, ponerle sobrenombres a nuestros profesores era nuestra asignatura preferida, y el patio y el recreo, el aula. Lo que soy, en parte, se los debo a don Godofredo Morales. ¡Presente, profesor!
Los medios de comunicación difundieron ampliamente que tras la experiencia vivida por una niña de 5 años que sufrió una agresión sexual en La Unión, la comunidad reaccionó en forma violenta contra el supuesto agresor. Los pobladores, al saber que el hombre tenía antecedentes por otro hecho similar y que estaba libre, quemaron sus enseres y destruyeron la vivienda.
El panorama que quedó después del paso del grupo fue desolador, sobre todo porque era un lugar que no pertenecía al imputado. Iquique de esto tampoco ha quedado ajeno, pues no es poco frecuente que algún delincuente, sorprendido en flagrancia caiga en manos de personas que prestan asistencia, siendo agredidos. Videos en las redes sociales dan cuenta de la situación.
¿Por qué se llega a esta decisión comunitaria de hacer justicia por cuenta propia? Lamentablemente, se puede observar un alto grado de insatisfacción de la gente con la justicia, y una falta de confianza en que se aplique sanción real a quienes cometen ilícitos. Se puede palpar al leer los comentarios a estas noticias en las redes sociales, que la actitud mayoritaria es de respaldo y comprensión a las acciones violentas. Muchos dicen que, ante la posibilidad de que un agresor quede libre, es mejor que la ciudadanía aplique un castigo.
A primera vista este argumento puede parecer lógico; sin embargo no se debe olvidar que los linchamientos, la destrucción de una casa, las golpizas en la calle, son hechos ilegales, reñidos con todo espíritu cívico y contrarios al respeto de los derechos de las personas, que no se pierden aunque ellas hayan cometido un delito.
Si bien las detenciones ciudadanas están admitidas por la legislación, lo que corresponde es llamar a la policía y entregar al supuesto delincuente, acompañando las pruebas que hubiese y declaraciones de los afectados y testigos. No está permitido golpearlo y pretender ejercer justicia por cuenta propia.
Es necesario hacer un llamado a la sensatez. Pero también a que las autoridades reaccionen ante las señales que da una comunidad que reacciona porque no se siente protegida por sus instituciones.