Potenciar las zonas fronterizas
Los sucesos ocurridos en la frontera, donde dos militares y siete aduaneros bolivianos fueron detenidos armados al interior del territorio nacional, reafirman la necesidad de fortalecer el control de los sectores limítrofes.
El hecho está hoy en la agenda pública debido a la contingencia, al igual como lo estuvo en 2011 y 2013, cuando también hubo ingreso de militares, o en 2015 y 2016 cuando se realizaron robos a trabajadores de las mineras, sin embargo esta situación nunca ha llegado a ser una prioridad para el Estado.
Si bien desde la perspectiva policial los últimos gobiernos han invertido en mejoras para el resguardo de la zona norte, como principal ingreso de droga al país, lo cierto es que si estas medidas no se complementan con esfuerzos para desarrollar zonas aisladas, mantener la seguridad continuará siendo una tarea difícil.
El Tamarugal representa solo el 10% de la población regional y en las zonas fronterizas esta cifra es marginal respecto a esta misma provincia, lo que se contrapone con las localidades ubicadas al cruzar la frontera. Un ejemplo de ello es Pisiga Bolívar, la que es utilizada por los aymaras que habitan en territorio chileno para surtirse de provisiones, lugar al que llegan en minutos y donde encuentran productos que solo hallarían en Iquique.
Si bien el país se ha preocupado de mantener un gran estándar en sus carreteras, lo que permite conectar la zona cordillerana con la costa, es necesario que esta inversión también se realice en otras áreas, con el fin de generar una verdadera descentralización.
Un esfuerzo importante es la electrificación de la zona ubicada entre Huara y Colchane, uno de los principales proyectos de este gobierno y que busca dar un salto cualitativo en la calidad de vida de las comunidades del interior. No obstante, también es importante que se promueva la actividad económica a partir de esta inversión, lo que permitiría que estas zonas vuelvan a poblarse.
Una muestra de este despoblamiento son las escuelas, como la de Cariquima, construida para 90 estudiantes y que hoy solo recibe a una decena.
Chile es más que Santiago y Tarapacá más que Iquique. El desierto y el altiplano pueden ser el futuro del país y para eso, no solo se debe incentivar la actividad minera, sino todas las que puedan revitalizar una zona que también es parte del territorio nacional.
"El Tamarugal representa solo el 10% de la población regional".