La violencia tras el estallido social se ha transformado en el Grinch de la paz y la libertad. Se robaron la COP25, la APEC, la final de la Libertadores, el Torneo Chileno, la Teletón, la Copa Chile y ahora se robaron el Año Nuevo. Solo nos va quedando la Navidad antes que se la roben.
¿Somos nosotros los que queremos imponer la normalidad por la fuerza y la violencia? No. Son un puñado de vándalos, delincuentes, narcotraficantes, encapuchados y lumpen los que quieren imponer por la fuerza y la violencia una anormalidad artificial totalmente forzada.
A diferencia del 2006, 2011, Aysén, Magallanes, Freirina y Calama, este es el movimiento social más orquestado, coordinado, organizado y planificado de la historia de Chile, partiendo por el ataque simultáneo a 77 estaciones de Metro.
Digamos las cosas por su nombre: son delincuentes.
Una minoría está intentando conseguir por la fuerza, la violencia y el chantaje lo que no pudieron conseguir por mayoría en las urnas.
Atacar calles, carreteras, Metro, trenes, micros y hospitales para que las personas no puedan hacer su vida normalmente es simplemente terrorismo.
El Chile que no queremos
El reclamo de varios ciudadanos distinguidos en el Portal La Dehesa por la presencia de algunos manifestantes que llegaron hasta dicho lugar para protestar por demandas sociales, es un ejemplo que Chile, lamentablemente, es clasista.
Muchas personas de la clase alta, de Lo Barnechea, Las Condes, Providencia, Vitacura, entre otras comunas del país, se sienten con el derecho de excluir a otros ciudadanos por el simple hecho de pensar distinto o ser de otras comunas.
Es una realidad triste, pero es necesario que se visibilice sobre todo ahora que el país cambió, y no debe tolerar estas actitudes de seres que se creen superiores. El respeto debe prevalecer.
Es necesario, aunque suene cliché,
que las personas se miren y empaticen con la vida del otro. De esa manera, reduciría un poco el clasismo que tanto mal le hace a este país.
Un país quebrado por donde lo mire, pero tiene solución si actuamos con el corazón y no pensando solo en el dinero y la propiedad.
Francisca Herrera
Cientista político
Hernán Sanquea