Un concepto que hemos escuchado mucho este último mes, es la pérdida del orden público. El caos desatado en nuestras calles, unido a movilizaciones y marchas, ha sido la tónica en las imágenes que hemos presenciado en redes sociales, y en su menor medida en televisión. Lo que nos preocupa no es la protesta o marcha en sí, ya que todo el mundo tiene derecho a expresarse y a reclamar lo que considere justo, sino los niveles de odio y agresividad que han ido apoderándose del levantamiento social, los cuales se han focalizado en todo lo que tenga relación con el Estado, ya sea Gobierno, Fuerzas Armadas, Carabineros, así como también en la propiedad pública y privada, destrozando y dañando espacios públicos, infraestructura de servicios básicos, llegando incluso a agredir a Bomberos y ambulancias.
El ámbito privado es el que se ha visto más afectado, ya que no sólo han atacado instituciones financieras, supermercados, farmacias, servicentros, retails, sino también pequeños comerciantes, los cuales han visto como su trabajo y fuente de ingresos, que les ha costado tanto sacar adelante, es destruido.
¿Qué nos ha llevado como sociedad a estos niveles de violencia? ¿Qué es lo que se pretende alcanzar con la prolongación de este clima de permanente crispación y anormalidad? Sin duda, esto no beneficia en absoluto a nuestro país, si no que traerá graves consecuencias, ahora y en el futuro, en nuestra economía, en el empleo y en lo social.
Por muy enojados que estemos con nuestras autoridades, hay instancias de castigo y premio, y son las elecciones, ya que todos fueron elegidos en procesos de democracia representativa y dentro de un "orden público republicano", por lo que pretender romper esta situación resulta abiertamente ilegal o anti sistémico.
Esto no tiene indicios de terminar pronto. Menos si el "lumpen" y narcotráfico oportunista siga infiltrándose en las marchas y siga alterando el orden público, obligando a Carabineros a contrarrestarlos con lo que puedan.
Mientras no respetemos el conjunto de normas, reglas y principios que regulan el desenvolvimiento armónico de una sociedad, no tendremos orden público, ya que sin esos preceptos, la vida en común será un caos, siendo ahora esta última, nuestra realidad.
"El ámbito privado es el que se ha visto más afectado".
Leopoldo Bailac,, presidente Asoc. Industriales de Iquique y El Tamarugal"